El contrato de exportación de gas boliviano al Brasil concluirá el 2019, de no mediar ampliaciones o reformulaciones.
Siempre hemos resaltado que la “agenda” energética con Brasil no concluirá, más bien continuará buscando complementariedad e integración. Siempre hemos hecho notar, también, que Brasil -por lo menos sus estados del oeste- seguirán necesitando energéticos (gas como materia prima, combustibles como diesel generado a partir del gas, plásticos a partir de la industria del etano/metano y electricidad vía termoeléctricas). Por tanto Bolivia es/será muy importante para el Brasil en provisión de valor agregado, accesoriamente como “corredor” interoceánico para que productos acabados brasileros sean puestos en el Pacífico.
La llave de los próximos negocios energéticos con el Brasil, más allá de 2019 será proporcionarle valor agregado en vez de gas materia prima. Definitivamente la hora boliviana de suministro de energía y plásticos llegó.
Y esto únicamente ocurrirá de echar a andar por el Estado boliviano el proceso de industrialización de gas. El proyecto GTL (gas a líquidos) permanentemente impulsado por nuevos actores gubernamentales del sector hidrocarburos es fundamental, porque precios de venta del producto serían cuantiosamente superiores a los de venta de materia prima, con el añadido que dejaríamos de importar diesel venezolano a precio internacional ya que los excedentes de diesel ecológico que no se exporten -a Brasil, por ejemplo- cubrirán ampliamente el pequeño mercado nacional de consumo de diesel.
Existe, en el tema petroquímico, interés de Brasil en una industria de procesamiento del etano para producción de polietileno, principalmente en Puerto Suárez y paralelamente la mayor exploración de áreas que eventualmente sean utilizadas para incremento de producción de gas por su principal multinacional de petróleo y gas que opera en el país.
Más allá de esos proyectos -que son desde la óptica brasilera- Bolivia a través de su nuevo ministro de Hidrocarburos que parece tener la visión vanguardista, debe industrializar el gas con alianzas con compañías no sólo brasileras, sino de todo el mundo, ya que los mercados demandantes de productos energéticos bolivianos estarán siempre disponibles: Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Y aquí una reiteración: no importa cuánto LNG (gas natural licuificado) transporten al Continente siempre habrá necesidad de valor agregado del gas (como electricidad, diesel vía GTL y plásticos, entre otros).
A lo mejor el contrato pactado de exportación de gas (materia prima) vaya a concluir respetando precios fijados y volúmenes pactados, pero más trascendental va a ser que a partir de 2019 -para ello tenemos unos 5 años para preparar proyectos e iniciar modelos de exportación de valor agregado- Bolivia esté en capacidad de suplir, quizá en 2025 en adelante diesel GTL, electricidad, plásticos y fertilizantes al siempre creciente mercado del oeste brasilero, el norte argentino y hasta para pensar en mercados de Chile, Paraguay, Uruguay y de ultramar, dependiendo volúmenes previamente comprometidos en “contratos ancla”, especialmente en el caso de electricidad.
El precio de barril de petróleo y de gas en el mercado internacional siempre va a ser fluctuante, como también precios de energéticos derivados del gas y productos petroquímicos correspondientes. Serán oscilantes favorable y positivamente para constituir compañías y sociedades de riesgo compartido entre Bolivia y capitales privados para venta de valor agregado al Brasil, particularmente, pero también a otros mercados demandantes.
Un “polo de desarrollo” en el sudeste boliviano, que incluya al Mutún como señalamos la anterior semana, y que contenga una mega planta de industrialización de gas va a ser el centro de distribución de electricidad, gas y combustibles para todo el sureste del Continente. Para ello seguramente se va a destinar un volumen de gas debe ser superar los 30 Mmm3d (millones de metros cúbicos por día de gas) que actualmente se exportan como “materia prima” a Brasil. Seguramente de renovar un contrato de relaciones energético-comerciales con Brasil (en el que necesariamente se debe privilegiar exportación de valor agregado), en un cálculo bastante rústico tenemos que para el mercado brasilero en productos de valor agregado de energético boliviano se va a requerir más o menos 50 Mmm3d pero con la clara satisfacción de vender valor agregado en donde el Estado sea socio participante accionario de cada proyecto de infraestructura y de industrialización.
A ello sumar los requerimientos de Argentina, y pronto Uruguay y Paraguay (30 Mmm3d), sin olvidar las necesidades propias del mercado interno (que hasta fin de 2011 van a necesitar casi 10 Mmm3d, porque hoy debiera estar siendo suplido ya con 8, pero a duras penas se suministra 6, con cortes y recortes). La sumatoria, sin considerar proyectos de industrialización, es importante.
En consecuencia la meta es acelerar procesos exploratorios que deben ir de la mano de planes de producción, búsqueda de mercados, procesos de valor agregado y otros tópicos que hacen una visión global del negocio y mercado gasífero del Continente, mismo que debe estar previamente fijado por una NPE Nueva Política Energética boliviana que evite, ciertamente, seguir exportando materia prima. Y para dejar las cosas en claro: el gigante brasilero seguirá necesitando gas y productos de valor agregado boliviano. Una relación de complementariedad, respeto y mutua confianza serán parte de las nuevas sinergias energéticas a partir de 2019.
(*) Máster en Administración
Ejecutivo de una compañía de servicios en energía, industria e hidrocarburos.
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