Estamos atravesando por un momento sumamente delicado, altamente sensible a las variables que se presentan en el valor internacional de nuestras materias primas y que tras un periodo de bonanza, del que poco se logró como beneficio especial, ahora en el tiempo de crisis se sienten los efectos del bajón de precios y consiguientemente de una obligada reducción de presupuestos en el Tesoro Nacional y en las cajas de los gobiernos y municipios subnacionales.
El hecho es patético, dinero faltará en función de una disminución de ingresos, por lo menos mientras el precio del petróleo y del gas siga bajo y los minerales no suban de valor por el juego de intereses de las grandes potencias, aspectos que juntos limitarán el movimiento de nuestra economía y de persistir por más tiempo, obligarán a un replanteo de las políticas financieras, aun así se mantenga esa tozuda posición de tener una economía "blindada".
El asunto es tan importante tratarlo en su justa dimensión, dejando de lado alguna que otra escaramuza social o expresamente partidaria, para priorizar el manejo de la administración estatal que obligadamente merece un "reacondicionamiento" de tipo urgente para sobrellevar sin graves traumas el tiempo de las "vacas flacas".
Es irremediable nuestra posición de vivir bajo una economía dependiente de los precios bajos internacionales para las exportaciones de materias primas, por lo menos mientras no se decidan políticas emprendedoras para fortalecer la minería y la metalurgia que permitan al país convertir nuestros concentrados en metales con valor agregado y competir en el rubro de los precios externos.
Y no es sólo ese rubro, confrontamos dificultades en los sectores productivos de la agricultura y ganadería, la causa viene de los fenómenos naturales, sequía en un territorio, inundaciones en otro, ambos causando graves daños a ganaderos y productores agrícolas, por la pérdida de cosechas y la muerte de gran cantidad de ganado. El asunto necesita programas de emergencia para compensar por lo menos parte del desastre y esa medida debe ser parte de una readecuación del presupuesto nacional.
Según los estrategas económicos, expertos en la materia, no hay que pensar en dar vuelta el sistema administrativo nacional, pues a esa posibilidad es a la que temen algunos inseguros funcionarios de Estado, lo que se necesita, según los entendidos es aplicar ajustes coyunturales en el uso de ciertos ítems, de manera especial en los del gasto público que debe racionalizarse y como se recomienda responsabilidad y austeridad en los gobiernos subnacionales, la medida debe empezar por casa, el ejemplo será válido y merecerá aprobación general, cuando se disminuyan los gastos suntuarios, cuando se priorice el uso de recursos públicos en beneficio del gran conglomerado social, en aquellos proyectos que tienen que ver con saneamiento básico, salud, educación y en estos tiempos con seguridad ciudadana, pero además con el cumplimiento de normativas para combatir el contrabando, para reducir la competencia de precios de parte de países vecinos, para eliminar importaciones de ropa china y usada, asegurando sobre todo el equilibrio entre los salarios y los gastos de la canasta familiar.
Las medidas deben ser realistas, apropiadas en el momento crítico actual, de modo que se salve la contingencia y se mantenga activo nuestro modelo de orden productivo, cuidando que no se abra la brecha entre Estado y Empresarios, en función de sostener con absoluto equilibrio la balanza de inversión y producción. Eliminar el pago de doble aguinaldo, es un ejemplo de racionalidad económica.
Fuente: LA PATRIA
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