Hasta los árboles le sirven de casa a los venezolanos que huyen hacia Brasil
23 oct 2016
Fuente: Boa Vista (Brasil), 22 (EFE)
Por: Eduardo Davis
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Es venezolana, tiene 20 años, quiere ser traductora y hoy, en una hamaca colgada en un árbol que ha convertido en su casa en la ciudad brasileña de Boa Vista, mece unos sueños que, según aseguró, no serán truncados por "el fracaso de una revolución".
"No estoy aquà por polÃtica. Lo que me trajo aquà fue el fracaso de unas polÃticas", dijo a Efe Sairelis RÃos, quien junto a su madre Keila y una decena de venezolanos vive en plena calle, frente a la terminal de autobuses de Boa Vista, una ciudad que en los últimos meses ha recibido unos 2.500 emigrantes de ese paÃs vecino.
Todos se ganan la vida con trabajos eventuales, llegaron a esta empobrecida ciudad del norte de Brasil desde diversos lugares de Venezuela y, según coinciden, con la misma intención: "Huir del hambre".
En Ciudad Guayana, que unos años atrás era uno de los principales polos industriales de Venezuela, la madre de Sairelis, vendÃa agua y gaseosas en la puerta de la siderúrgica Sidor, que pese a ser una de las grandes empresas básicas del paÃs, ha entrado en decadencia.
Sin embargo, a medida que Sidor, fue perdiendo empleados, el agua y las gaseosas que vendÃa Keila menguaron y con ellos el dinero, por lo que hace seis meses decidió emigrar.
Le habÃan dicho que a muchos venezolanos "les iba bien" en Boa Vista, donde asà como su hija hace trabajos eventuales de limpieza en casas y asegura que gana más que con las bebidas en Sidor.
Lo mismo afirma un caraqueño de 56 años, que prefiere no revelar su nombre y con trabajos de mecánica de automóviles que consigue en Boa Vista mantiene a su familia, que sigue en la capital venezolana.
La coordinadora de esa comisión, Telma Lage, explicó a Efe que entre los venezolanos que han llegado a la ciudad "hay profesionales liberales, maestros, peluqueros, obreros y gente de todo tipo", que encuentran en Brasil una "forma de supervivencia que en su paÃs ya no tienen".
Según Lage, es "gente trabajadora" y, en su mayorÃa, han dejado a sus familias en Venezuela y las ayudan con lo que ganan en Brasil.
"Visitan a los suyos cada uno o dos meses y llevan comida, ropa y remedios que en Venezuela no consiguen o son demasiado caros", dijo.
Según la religiosa, "lo que mueve a esa gente a estar lejos de sus familias, es la esperanza que en su paÃs se ha perdido".
Fuente: Boa Vista (Brasil), 22 (EFE)
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