Sábado 22 de octubre de 2016
ver hoy
Es linda la fotografía del Presidente Evo Morales junto a un niñito y un pequeño árbol, aún en una maceta como almácigo. La campaña para reforestar diferentes zonas merece el aplauso y apoyo de los habitantes de Bolivia y ya me sumé a ello. Tengo hijos, escribí libros y desde hace un tiempo sembré molles y álamos; cumplí la herencia aconsejada.
Sin embargo, al mismo tiempo, el mandatario anuncia el proyecto de "El Bala" en el norte paceño, el cual supondrá el derribo de muchísimos más árboles que los plantados este año; troncos robustos que ya habían vencido al viento y a la motosierra. Es una idea parecida a la de la carretera por medio del parque nacional Isiboro Sécure, también territorio indígena. Hasta Mi Teleférico ha derribado eucaliptos centenarios para sus estaciones.
El gobierno y algunos de sus escribidores aseguran que oponerse a ello es ser neoliberal y reniegan de un rol de guardaparques que poderes externos habrían dado a los bolivianos. Quizá ignoran que la primera área protegida de Bolivia, el Parque Nacional Sajama, fue creada en 1939 por el nacionalista Germán Busch, para defender la riqueza natural del país. Seis años después, se concretaron otros parques en Oruro y en La Paz y otros más hasta los años 90 con el objetivo de conservar la biodiversidad y combinar el desarrollo económico con el desarrollo armónico del ser humano y la naturaleza.