Viernes 21 de octubre de 2016

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Aunque es muy poco lo que ha pasado de la teorÃa a la práctica en materia de minerÃa, pese a que el sector es considerado como uno de los principales en función productiva del paÃs, coyunturalmente después del gas y con visos de recuperar su potencial, a través de una proyección técnica y financiera que debe desarrollarse en el objetivo de alcanzar metas concretas en función de la agenda 2025, en la actualidad aún se debate en un proceso de mucho ruido y pocas nuecesÂ?como refiere el dicho popular.
En el contexto de la "agenda económica nacional", nuestras autoridades apuestan por impulsar la minerÃa, ratificando que junto a los hidrocarburos merecen atención especial, pues se trata de "importantes dinamizadores" del desarrollo del paÃs. En los hechos es bueno reconocer que, posiblemente por la estrategia financiera que implica el sostenimiento de nuestra economÃa, el rubro hidrocarburÃfero y la exploración de nuevos pozos de gas, ocupan prioritariamente la atención del Gobierno, que dispone de una lÃnea flexible y operativa para impulsar todas las alternativas que lleven a incrementar la producción de gas.
Empero en función de establecer medidas apropiadas para garantizar el funcionamiento del aparato estatal, no sólo en función de la agenda del 2025, sino en la perspectiva del desarrollo sostenible del paÃs y cuando disminuyan las reservas gasÃferas, porque ese fenómeno es natural, entonces tendremos que acudir a nuestra otra fuente de riqueza natural, como es la minerÃa, que para entonces tendrá que estar respaldada por actividades de metalurgia y siderurgia en un proceso ya consolidado, supuestamente por la oportuna estructuración de una polÃtica minera, que impulse la prospección y exploración de nuevos yacimientos y que paralelamente tenga en funcionamiento las fundiciones necesarias para la obtención de productos metálicos con alto valor agregado y de mucha demanda en los mercados internacionales.