Tú lo serás�

La primera vez que tuve la oportunidad de cruzar las fronteras de mi patria fue en mi condición de Cadete del Colegio Militar, y mi destino fue la ciudad de Buenos Aires para un 9 de Julio, fecha en la que los rioplatenses celebran un aniversario de su Independencia.

El año era 1990, y por esos días, se jugaba en Italia las semifinales y finales de la Copa del Mundo de Fútbol, torneo en el que los argentinos comandados por un casi heroico Diego Maradona por las condiciones de su tobillo y la muy disminuida calidad de sus compañeros comparada con la de 4 años atrás, llegaron al partido final superando incluso al local gracias a épicos momentos a cargo de Caniggia y Goicochea en los partidos previos.

Después del último desfile volvimos al Colegio de la Nación Argentina y nos cambiamos los uniformes para por fin poder salir de paseo por un Buenos Aires que nos esperaba ansioso y que en lo personal deseaba conocer con enorme curiosidad.

Cuando nos preparábamos para viajar, los viáticos que nos dieron para 5 días en la Argentina fueron de $us. 415, en aquel momento para Bolivia y sobre todo para mí, una verdadera fortuna, pero no tenía idea de cómo me iría allá.

En 1990 los bolivianos ya llevábamos 4 años de estabilidad económica después de la terrible crisis y la superinflación de principios de los 80´s. El 21060 y la política económica del gobierno de Paz Estenssoro en los últimos años puso las cosas en orden y los bolivianos mirábamos al futuro con más esperanza y confianza en nosotros mismos.

En cuanto cambié los primeros 100 dólares y durante mi paseo por Lavalle y por Corrientes, al averiguar los primeros precios me di cuenta de la enorme capacidad adquisitiva que tenía en ese momento el Boliviano, nueva moneda nuestra vigente desde 1985 y que a comparación del devaluadísimo Austral argentino, tenía una diferencia de 9 a 1 lo que significaba que mis 400 dólares equivalían a unos 3.500 de la moneda argentina.

Por demás está describir todo lo que pude comprar y disfrutar en suelo bonaerense, pero sí contar que cuatro años después tuve una experiencia similar cuando me tocó trabajar en San Matías, frontera con el Brasil. Resulta que en 1993 antes de que Hernique Cardoso sea Ministro de Hacienda el Brasil, los bolivianos cruzábamos la frontera los fines de semana rumbo a Cáceres o Cuiabá, para hacer mercado, y con Bs. 100, podíamos comprar lo que Bolivia nos hubiera costado unos 1.000 a 1.500 de la misma moneda. El Cruzado brasilero también estaba muy devaluado con respecto a nuestra todavía muy sólida moneda 8 años después de su lanzamiento. Este par de ejemplos demuestran que los presidentes del flamante periodo democrático, comparados con sus pares sudamericanos, al menos en economía estaban haciendo muy bien sus cosas.

A 31 años de la anulación de los 6 ceros del peso boliviano y la instauración del vigente Bolsín del BCB, cuando el actual gobierno se jacta de su fantástico programa financiero y su poderoso blindaje anti crisis internacional, es por lo menos una grosería que no se reconozca que la base fundamental de ese enarbolado éxito económico no se deba a un sistema instaurado hace más de tres décadas por un gobierno neoliberal y que hizo debidamente los primeros surcos donde los posteriores gobiernos sembraron las semillas que hoy por hoy cosecha y devora el actual régimen anticapitalista y anti neoliberal.

Durante 23 años que duró la democracia, antes de la ascensión de Evo Morales al poder, Bolivia ha recorrido un largo y tortuoso camino de reformas y muchas veces enfrentamientos entre los mismos connacionales para llegar a donde llegamos.

Los prósperos vientos y suaves olas en las que se ha movido la nave del estado durante la última década no ha sido producto de la divinidad y mucho menos de la prodigiosa bondad de la Pachamama. Ni la más iluminada cabeza de uno de los prodigios de las Evonomics, ha cambiado lo que nos tocó en cuanto a coyuntura externa y el poder disfrutar de sus beneficios ha tenido pues un proceso, no de meses, sino de años y hasta décadas.

Paz Estenssoro tuvo que librar el desmoronamiento del precio del estaño, que llegó a desaparecer de la bolsa de valores de Londres, lo que no fue poca cosa. Así y todo y cobrando una carga social que le persiguió al MNR, hasta su casi desaparición, supo estabilizar la economía y afirmar en tierra los cimientos de un modelo económico que hasta el día de hoy, así quieran adornar con el nombre que fuere, se sigue manteniendo y nos conserva en el estado en que estamos.

Paz Zamora y Collor de Melo, pudieron mirar al futuro y viendo el potencial hidrocarburífero de nuestro país proyectaron el gasoducto al Brasil. Las privatizaciones de ese tiempo, tan vilipendiadas y denostradas por la verborragia izquierdista, en un tiempo de crisis supo conservar fuentes de empleo y aliviando la carga pública, el Estado dedicó sus mejores esfuerzos al apoyo de la industria nacional y la exportación, prueba de ello fue el crecimiento y consolidación de empresas como Enatex.

Gonzalo Sánchez de Lozada la tuvo más fea pero su idea de estado moderno llevó a la capitalización a ser la niña bonita de su periodo. Muchas cargas y acusaciones llovieron sobre este programa, sin embargo, es difícil pensar cómo se llevó adelante el proceso de la venta de acciones de una empresa como YPFB casi en quiebra y con el barril de petróleo a 18 dólares. Obstinado como era lo logró y gracias a ello las malvadas y diabólicas trasnacionales descubrieron los reservorios de gas de los cuales vive y renta el periodo Morales.

Banzer junto a Cardozo lograron poner en marcha el gasoducto al Brasil, un megaproyecto que costó más de 900 millones de dólares y porque cual de ida van nuestros recursos naturales y de vuelta regresan cada día millones y millones de dólares que llenan las arcas del actual tesoro que lógicamente adquirió costumbres mucho más derrochadoras que sus antecesores.

Tuto Quiroga no pudo hacer mucho por sí mismo, pero se movió con astucia a la hora de salvar la banca nacional de casi inminentes quiebras sin descartar los enormes logros que fueron las condonaciones de deudas y el HIPC que dejó justamente a Evo Morales un país con una deuda externa mínima y maniobrable.

Por todo ello, cuando el Vicepresidente llama "levudos" a los anteriores mandatarios por haber ido al Club de París a estirar la mano para pagar los aguinaldos, no solo reconfirma la pobreza de espíritu que le caracteriza, sino que al pensar que la historia empieza desde el día que se puso terno y comenzó a gobernar, dice mucho del porqué de su intitulado currículum.

Cuando se enorgullece de haberse alzado contra el estado en armas, se pinta de cuerpo entero. Incrédulo de sí mismo de lograr convencer al pueblo que era digno de su voto. Si no hubiera sido de la mano de Evo Morales dudo mucho que hubiera logrado presidir siquiera una junta de vecinos y si está donde está no es gracias a su intitulada carrera de docente y comentarista todólogo de lejos.

El insulto abunda en la boca de quien con actos propios, es incapaz de superar a quienes denosta con el único propósito de poder equilibrar su poca autoestima.

(*) Es paceño, stronguista y liberal