Muchas cosas desagradables quisiéramos que sean sólo ficciones, pero se confunden o se mezclan con sucesos reales que superan al más imaginativo autor de fantasías de terror. En la última feria de libros en La Paz una escritora argentina habló de eso y trajo varios libros con relatos que tal vez asusten un poco. Sin embargo, a semejanza de ella, puede uno reírse de los fantasmas. Otra cosa es el terrorismo que siembra pánico y muerte en la vida real. En el mundo y en Bolivia existe tanto del uno como del otro, con algunas características distintas.
En una entrevista, Mariana Enríquez (así se llama la escritora mencionada) dijo varias cosas. Con preferencia cultiva la literatura de terror dedicada a los jovenzuelos y también a los mayores que no han dejado ni dejarán ya de ser adolescentes. Como no los ha visto nunca, ella no cree en los fantasmas, pero los utiliza en sus narraciones; tampoco tiene miedo a los muertos porque sabe que ya no vuelven (ni en Todos Santos), y por eso su principal visita en La Paz fue al Cementerio General, por ahí escuchaba alguna voz de ultratumba. Podía ser un gran tema para su pluma terrorífica.
Otra de sus actividades profesionales es el periodismo cultural. Comentó que en Argentina se va achicando el espacio cada vez más, pero aún existen suplementos literarios y revistas. En Bolivia desaparecieron casi por completo. En ese lapso fatídico del "proceso de cambio" un Atila criollo pasó por ese predio donde ya no crecerá la hierba, según cuenta la leyenda. Pero causa extrañeza la indiferencia de los que debían reclamar y protestar por semejante devastación literaria. Sólo un gran silencio rodea su tradicional torre de marfil.
El terrorismo existe hoy en todas partes y va sacudiendo de miedo a todo el mundo. En nuestro tiempo, la saga del terrorismo de no ficción empezó con el atentado a las torres gemelas de Nueva York (2001). ¿Se acuerdan? En Bolivia hay una gran cantera potencial con esos temas, pero que aún no ha sido explotada por los narradores que cultivan el género. No necesitarían inventar nada; sólo recoger y llevarlo a la estampa. Sería un gran éxito de librería. ¿Por qué no se animan?
Aquí van algunas referencias concretas: El asalto al hotel Las Américas y la condecoración de los antihéroes que ejecutaron ese acto de terrorismo; el suicidio de un esqueleto en la Asunta (los Yungas) tras asesinar a una periodista, cuyo automóvil destrozado apareció allí sin pasar por ningún puesto de control; la misteriosa ruptura de la cadena de mando policial para la masacre de los indígenas en Chaparina; el lanzamiento de las aguas heladas del carro Neptuno, en pleno invierno, sobre los discapacitados, al frente del Palacio Quemado. Finalmente, la acción solitaria de un viceministro que se encaminó hacia la cueva del lobo en Panduro, y la sordera ministerial que no quiso escuchar su angustioso clamor de socorro.
(*) El autor es escritor, miembro del PEN Bolivia
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