Está visto que la apreciación común, esa que se refiere a los malos tiempos, despierta en la gente responsable el ingenio y una doble voluntad de servicio para conjurar la crisis. Si no ha habido previsiones para enfrentar los efectos negativos de una reducción presupuestaria, se impone la aplicación de planes de coyuntura que obliguen a una reducción de gastos y a un eficiente manejo de lo que se tenga a mano, no hay medias tintas.
Lo que ya se siente y se está viviendo en el paÃs, es justamente esa disminución de asignación presupuestaria por parte del gobierno a las gobernaciones, los municipios y las universidades públicas, donde los ingresos serán menores y los gastos dificultosos.
Ya se sabe que el recorte presupuestario de debe a la caÃda de los precios de nuestras materias primas en los mercados externos, el caso de los hidrocarburos, el gas especialmente y de los minerales, aunque en ambos casos con un mÃnimo repunte en pasados dÃas, pero que no cambian el panorama de ajustes que deben implementarse en las entidades que bajo regÃmenes autonomistas tendrán que enfrentarse a un proceso de contingencia mientras retornen tiempos de bonanza.
Los datos divulgados desde el ministerio de finanzas, señalan que la reducción de presupuestos de manera general llegarán a 17.930 millones de bolivianos y representan un 13 por ciento en relación a lo que se aprobó para el 2016, lo que obligará a las autoridades superiores, extremar recursos, pero sobre todo disponer de programas emergentes que sean resultado del ingenio, capacidad y voluntad para compensar los menores ingresos, sin descuidar los programas de orden social que representan la prioridad para que la comunidad viva mejor.
Ante la falta de recursos económicos las autoridades tendrán que demostrar empeño, responsabilidad y demasiado ingenio para compensar el recorte de fondos en la gestión, pero planteando programas productivos que generen recursos y hagan viable la opción de crear una "veta de ingresos propios" que compense los bajos presupuestos, pero al mismo tiempo permita salvar los proyectos que la colectividad espera para mejorar sus barrios.
Las ideas de rentabilidad tienen que ser parte de proyectos que independicen a las instituciones locales del poder central, pueden estar ligadas a la regulación de ciertos impuestos, a la creación de empresas, como se sugirió en algunos distritos, con el caso de transporte municipal, panaderÃas comunales y por otro lado un ajuste en el cumplimiento de normativas generales, que al ser transgredidas podrán abrir un "grifo de sanciones", que se convertirá en fondos de retorno a la misma comunidad pero en forma de servicios elementales.
Compensar las debilidades con planes de ejecución practica, mostrará la verdadera capacidad de los ejecutivos subnacionales a tiempo de disponer la ejecución de recursos con amplia capacidad de retorno social, priorizar los gastos en obras útiles a la población, dejando aquellas otras que acusan fallas antes de su inicio y que ni siquiera tienen aprobación presupuestaria.
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