Jueves 13 de octubre de 2016
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Se asoma una severa crisis económica generalizada, luego de un perÃodo excepcional de altos ingresos nacionales dilapidados. El futuro próximo, por ello, parece que no será bueno para algunos paÃses de América Latina, a menos que haya virajes sensatos y alternativos a los fracasados experimentos neopopulistas.
Pero las crisis no solo se presentan por quebrantos económicos. La corrupción también ocasiona daños enormes, especialmente en el ámbito moral. Se llega a justificar conductas públicas impropias y aún delictivas; y es corriente que se acepte como normal "meter la mano en la lata". Sin embargo, la corrupción también tiene otras manifestaciones: el empeño de permanecer indefinidamente en el poder y el avasallamiento de las instituciones en provecho de una secta polÃtica. Este es el caso del "comandante" Daniel Ortega, que fue reelecto presidente de Nicaragua por un segundo perÃodo (2011 - 2016), y la ley de su paÃs no admite dos reelecciones inmediatas. Pero él no hesitó en persuadir a los jueces supremos -que se hicieron cómplices de una ilegalidad manifiesta- a que malinterpreten la constitución de su paÃs, dictaminando que es legal una segunda reelección del presidente que ahora pretende ser reelecto, conjunto con su esposa como vicepresidenta, además de su empeño en desintegrar a la oposición.