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Domingo 09 de octubre de 2016

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Cultural El Duende

Anecdotario

09 oct 2016

Antonio Paredes Candia

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DE DON NICOL脕S SU脕REZ

Un caballero beniano muy adinerado, pero tambi茅n muy vulgar y aficionado a lanzar chascarrillos y chistes a costa de sus amigos, hab铆a invitado a don Nicol谩s Su谩rez a servirse una parrillada.

Don Nicol谩s era un hombre que no se fijaba mucho en su vestido. Sencillo como un vaqueano, cuidaba poco de guardar los prejuicios sociales referentes al atuendo. Se present贸 a la invitaci贸n tal como estaba trajeado en la ma帽ana. Por supuesto con la camisa desabrochada y sin corbata, lo que no pas贸 inadvertido al anfitri贸n de marras, quien, presto corri贸 a la cocina y colg谩ndose al cuello la cola de una res, se present贸 nuevamente a don Nicol谩s. El viejo patricio entendi贸 la s谩tira, y sin darse por avisado, le espet贸 al chistoso lo siguiente: -Mi estimado se帽or, don fulano, primera vez que veo un burro con la cola en el cuello.

Muchas fueron las risas de respuesta, dejando moh铆no al chistoso.

***

Don Nicol谩s Su谩rez, el industrial beniano que fund贸 la m谩s grande compa帽铆a de explotaci贸n de la goma en Bolivia, fue hombre de temple. Nunca se le vio desmayar frente a los obst谩culos. Un d铆a le llevaron la noticia de que uno de sus barcos hab铆a naufragado dejando un saldo de ahogados, perdida la carga y un solo sobreviviente: el capit谩n del barco.

-驴De c贸mo se salv贸? -pregunt贸 don Nicol谩s, atus谩ndose los bigotes kaiserianos.

-Gracias a la mesa de madera que ten铆a el barco -explicaron.

Don Nicol谩s mir贸 severo y respondi贸: -El capit谩n debe salvar a los pasajeros y a su tripulaci贸n, o morir con su barco. Desde este momento s贸lo quiero mesas de fierro en mis barcos.

DE DON NICANOR MALLO

Don Nicanor Mallo, historiador y distinguido tradicionista boliviano, ocupa sobresaliente lugar en el quehacer intelectual patrio de una 茅poca. Si bien no tuvo suerte en lo econ贸mico, en vida fue reconocida su labor intelectual. Dej贸 una colecci贸n de bellas tradiciones y estamos en la certeza que un d铆a ser谩n motivo de orgullo nuestro y a la vez de tristeza por haber dejado vivir en situaci贸n paup茅rrima a tan preclaro tradicionista. De figura era alto, muy alto, de pose desgarbada; tez muy blanca, ojos claros, nariz aguile帽a; vest铆a humildemente y un poco a la moda antigua. Como a lo mejor de nuestros intelectuales, a 茅l tambi茅n se le antoj贸 evadirse del medrado ambiente con la ayuda del alcohol. De su anecdotario recogimos dos, que la transcribimos tal como nos contaron:

***

Don Nicanor se emborrachaba continuamente, y cuando el alcohol le ofuscaba la cabeza, volv铆a a su casa, pero con tantas ganas de continuar bebiendo que, para hacerlo, urd铆a alg煤n desaguisado.

Un d铆a se subi贸 el techo de la casa y no hab铆a poder humano que lograra convencerlo que deb铆a bajar. Su se帽ora madre ide贸 la manera. Don Nicol谩s caminaba por el tejado remedando el maullido del gato.

-隆Miauuuuu! 隆Miauuuuuu!

La se帽ora sali贸 al centro del patio con una botella de aguardiente en las manos, y mostr谩ndosela a don Nicanor grit贸 as铆: -隆Pfisiquito! (gatito en quechua) 隆Pfisiquito, toma tu leche! -y mov铆a la botella ostensiblemente.

Don Nicanor, viendo la botella de pisco, baj贸 de un salto, cual si fuera un verdadero gato, para continuar bebiendo la "deliciosa leche" que le ofrec铆a su progenitora.

***

Si a don Nicanor se le met铆a la idea de beber, no hab铆a obst谩culo que pudiera impedirle. Cuentan que la madre, muy querendona de su hijo, cuidaba que en la oficina de 茅ste, no faltaran una buena mesa de escriban铆a, sillas, sof谩s y anaqueles para los c贸digos. El mueblaje permanec铆a en poder del abogado mientras no se le ocurriera beber. Empezaba la farra y todo conclu铆a para 茅l. Cuando le faltaba dinero enviaba a su amanuense al mercado, dici茅ndole: -Ya sabes a qui茅nes llamar.

El amanuense en el mercado armaba el alboroto consiguiente:

-Do帽a Lindaura, do帽a Pacesa, do帽a fulana, do帽a sutana, el doctor les est谩 llamando, ya saben c贸mo van a venir. -Y las mujeres no se dejaban esperar mucho? A la hora estaban armando un barullo en la oficina de don Nicanor, quien de pie detr谩s de la mesa, teniendo de ayudante al amanuense empezaba una singular subasta.

El amanuense mostraba un par de sillas de viena, preguntando: -驴Cu谩nto dan por estas dos sillas?

-Dos botellas de turuchipa (aguardiente fino) doctorcitoy -respond铆a una.

-Es poco, qui茅n da m谩s -respond铆a el improvisado martillero.

-Dos botellas de turuchipa y un jam贸n fresquito, doctorcitoy -replicaba otra.

-Se van por los dos turuchipas y el jam贸n.

Y as铆 continuaba hasta terminar con todo el mueblaje, quedando en cambio una surtida bodega en la que no faltaban los sabrosos embutidos chuquisaque帽os, pan, cebollas y locotos en escabeche, aj铆 verde en vinagre, queso chaque帽o y otros; el av铆o suficiente para continuar la farra unos cuantos d铆as m谩s en la buena compa帽铆a de su insustituible amanuense.

DON ISMAEL MONTES

Si por uno de sus afanes fue considerado un presidente constructor, por los otros fallaba: era un aut贸crata. Acostumbrado desde el cuartel a ser obedecido, sigui贸 con la misma norma de conducta durante su gobierno.

Un d铆a le anuncian que un pintor boliviano pide audiencia. El presidente lo recibe: -驴Qu茅 desea usted? -le pregunta.

-Sabe usted, se帽or presidente, yo querr铆a que su gobierno me concediera una beca en Europa, para estudiar pintura.

-隆C贸mo! -exclam贸 el presidente-. Una beca para un pintor? Est谩 usted loco, jovencito, Bolivia no necesita pintores ni artistas, sino t茅cnicos, ingenieros, hasta mec谩nicos. Cuando decida algo por el estilo, vuelva. -Y el presidente continu贸 en su trabajo de mandatario. El joven pintor era autodidacta, Arturo Borda Gos谩lvez, cuya obra tanto nos enorgullece hoy d铆a.

DE DON ARTURO

BORDA GOS脕LVEZ

Este excelente pintor boliviano de vida tr谩gica; amargado y triste, que arrastraba su alcoholismo por las calles pace帽as en una actitud insolente y despreciativa, no perd铆a ocasi贸n de hincar su s谩tira en la sociedad. En un carnaval pace帽o, cuando la entrada de la far谩ndula compon铆an diez o quince mil pepinos, el pintor Borda la encabez贸 borracho e histri贸nico, llevando en la mano uno de sus cuadros, con la tela rasgada en varias partes, y la otra arrastrando tambi茅n una pintura suya, cuya tela destrozada y enlodada hab铆a sido maltratada a prop贸sito.

Gritaba, gesticulaba, se bamboleaba, re铆a y amenazaba al p煤blico con sus pinturas. Los payasos criollos zapateaban sobre ellas y segu铆an en el humor a Borda. Pero lo que no observaba la gente es que Borda al mismo tiempo lloraba. Ten铆a el rostro h煤medo de llanto.

El p煤blico re铆a comentando la ocurrencia del Toky, sin poder entender lo que estaba dici茅ndoles el pintor con su actitud.

***

Otra vez el Toky Borda, apodo con el que se lo conoc铆a en la ciudad de La Paz, borracho se apoyaba a la verja del atrio de la iglesia de Santo Domingo, y a todos los que le cruzaban mostraba su corbata donde hab铆a clavado un extra帽o alfiler:

-Esta es la joya que m谩s vale ch茅, esta es la joya superior a las que llevan los sopocache帽os.

El pintor Borda hab铆a atravesado en una espina gigante dos o tres taquias (excremento de la llama en aimara) a manera de alfiler de corbata.

Antonio Paredes Candia.

La Paz, 1924-2004.

Escritor e investigador

de la cultura boliviana.

De: "An茅cdotas bolivianas", 1975.

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