Sábado 08 de octubre de 2016
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Editorial y opiniones
EL SATÃ?LITE DE LA LUNA
Colombia: conversión sin perdón
08 oct 2016
Francesco Zaratti
La tristeza que sentà la noche del domingo por Colombia me ha llevado a hacer un esfuerzo por comprender por qué la mitad de los votantes rechazó los acuerdos de paz. Se trata, en el fondo, del perdón, de su significado y su vaciamiento. Percibo que Colombia no está dispuesta a perdonar bajo las condiciones de los acuerdos firmados. Cuando "el comandante Timochenko" afirmó "Ofrezco sinceramente perdón a todas las vÃctimasÂ?", dio un mensaje equivocado; el perdón se lo pide y se espera que lo concedan precisamente las vÃctimas, con base en un arrepentimiento sincero y una reparación efectiva. De hecho, a las FARC les falta aceptar que no hay conversión por conveniencia y sin perdón. Me acordé entonces de una columna mÃa de hace seis años, que, por su actualidad, reproduzco a continuación.
Un descomunal grafiti llena una pared blanca: "Perdón por el punto Â?". La ocurrencia está en la desproporción entre la letra y el minúsculo punto. Me molesta, más que el daño a una pared recién pintada, la banalización de ese gran invento del espÃritu humano (o ese don divino, según cantan algunos boleros) para recomponer las relaciones humanas y reconstruir la paz.
Diferente es el significado que le damos al perdón en el lenguaje coloquial. Según los argentinos es fácil identificar a un boliviano en el subte porque, si le pisan un pie, suele reclamar tÃmidamente con: "Disculpe, señor, me está pisando el pie". Debido a una reciente ley, dejo a la imaginación del lector la reacción de un porteño en la situación opuesta.
Abundan ejemplos públicos de pedido o, peor, exigencia de perdón. Recordarán que, durante el Mundial de Sudáfrica, Joseph Blatter, pidió perdón a EE.UU., Inglaterra y México por los crasos errores arbitrales cometidos en su contra.
En otro ámbito, se exige al Papa que pida perdón a las vÃctimas de los abusos sexuales de miembros del clero y a los pueblos originarios por los excesos cometidos por la Iglesia en el tiempo de la colonia. También nuestro Presidente ha mostrado valentÃa pidiendo perdón, en varias ocasiones, por algunos excesos de palabra o de rodilla.
Pero, ¿cómo saber si esos pedidos de perdón son sinceros? Hay algunas preguntas que nos pueden ayudar a salir de la banalización y vaciamiento del perdón.