De lo histórico a lo dramático

Tras la euforia de haberse logrado un "Acuerdo de Paz" en Colombia, después de más de medio siglo de violencia y el resultado de víctimas de esa lucha armada, utilizamos en nuestro comentario de este mismo espacio, las coincidentes opiniones de miles de colombianos, jefes de estado que estuvieron en el acto, delegados de partidos democráticos, las autoridades del Gobierno de Colombia y de muchos observadores internacionales, que consideraron la suscripción del acuerdo como un "hecho histórico".

Así se consideraba el avance de largas gestiones para pacificar un país que aún vive con zozobra, con temores y con inseguridad, al no existir un compromiso que asegure la futura pacificación, deponiendo armas y asumiendo responsabilidades civiles que cambien el carácter agresivo y abusivo de fuerzas contendientes.

Quienes ganaron en el plebiscito de hace un domingo atrás, son la mitad del país, pues la otra parte con una mínima diferencia en porcentaje, ratificó y aprobó el acuerdo de paz. Las posiciones son claras y la reglamentación de la consulta es definitiva al reconocer la simple mayoría de sufragios. El resultado en el contexto del verdadero problema, abre un paréntesis que debe admitir modificaciones en base al reclamo de la mayoría relativa: "Colombia quiere la paz, pero no así".

Con lo que el Sí, queda prácticamente desnaturalizado en su esencia y tendrá que buscarse los mejores mecanismos para abrir un diálogo amplio y diverso en busca de satisfacer la insatisfacción de miles de familiares de las víctimas de la guerrilla que no están dispuestos a que un acuerdo "haga borrón y cuenta nueva".

Entre todas las cosas que se han movido luego de la firma del acuerdo y su rechazo con voto ciudadano, están dos hechos positivos, uno que abre de manera obligada la negociación a la representación opositora de Colombia y con ella a las familias de miles de víctimas para que expongan sus criterios; el otro caso es que como está firmado un acuerdo, el máximo representante de la guerrilla ratificó que mantendrá la decisión de mantener la paz y avanzar hacia el desarme.

Pero no es todo en este proceso, así como se alentó el avance de negociaciones de paz, sin interferencia directa de los delegados de víctimas y afectados por la acción guerrillera, ahora recién se pondrán todas las cartas en la mesa, pero además la sugerencia es que sea en una mesa colombiana, lo que no desestima la mediación cubana o cualquier otra, simplemente plantea que los "problemas de Colombia, los resuelvan los colombianos".

Nadie quiere que se altere la paz en el país amigo, pero las víctimas de la violencia tampoco admiten que se otorguen concesiones "graciosas" a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, afectando la unidad de la familia colombiana. Un problema preocupante en el contexto de la región sudamericana que en cuestión de días pasó de lo histórico a lo dramático.

La buena vecindad estima que dialogando siempre se lograrán acuerdos de hermandad y solidaridad, con justicia y libertad.

Nadie quiere que se altere la paz en el país amigo, pero las víctimas de la violencia tampoco admiten que se otorguen concesiones "graciosas" a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, afectando la unidad de la familia colombiana. Un problema preocupante en el contexto de la región sudamericana que en cuestión de días pasó de lo histórico a lo dramático.

Fuente: LA PATRIA