Sin derecho a reclamo, como dicen los que manejan fríamente las finanzas, la reducción de ingresos en los subsectores departamentales, gobernaciones y municipios, es algo que tendrá su efecto contundente en la venidera gestión del 2017, cuando las autoridades deberán extremar recursos para compensar la caída presupuestaria y por lógica consecuencia la postergación de varios proyectos.
En el nivel superior de gobierno y especialmente en la cartera de finanzas, se han dado algunas normativas para enfrentar la crisis, haciendo ciertos recortes en el manejo de las obligaciones y priorizando los gastos en proyectos y obras de orden social, para beneficio circunstancialmente inmediato y dejando para un periodo de mejores condiciones las obras que obligan a gastos sobredimensionados en este proceso de recortes financieros.
La política de restricciones debe apropiarse, en cada caso, con un minucioso estudio de todo el sistema financiero, tomando en cuenta los porcentajes que disminuirán los ingresos y apropiando los gastos a la real disponibilidad de fondos, tratando de cumplir con los proyectos más esperados por la población, de manera especial, los que tienen que ver con saneamiento básico, agua, alcantarillado, luz y habilitación de vías, que en realidad son los de uso cotidiano, con la perspectiva de "vivir bien", sin que exista derroche de presupuesto en obras suntuarias o en maquillaje con mucha pintura y poco beneficio social.
En el caso del municipio de Oruro una información de la agencia ABI, da cuenta que el Concejo Municipal aprobó el Plan Operativo Anual (POA) 2017, con una reducción del 42%, lo que en dinero significa 300 millones de Bs.- menos con relación a lo que se percibirá hasta el final de la presente gestión 2016.
Según la fuente informativa, el presupuesto anual del municipio llegará a los 428 millones de bolivianos, con una partida de gastos de funcionamiento de 76,2 millones, gastos elegibles de inversión de 260,2 millones y para inversión pública 92,4 millones de bolivianos. La escala de bajada presupuestaria, señala que en el año 2015 la Alcaldía orureña tuvo un presupuesto de 841 millones de bolivianos: para la presente gestión la reducción de ingresos sumará sólo 727 millones, en tanto que para el año venidero el presupuesto será sólo de 428 millones de bolivianos.
Con ese panorama, los proyectos programados en un periodo en que todavía imperaba el factor "bonanza", se vienen abajo, pues los poco más de 428 millones de bolivianos no alcanzarán para encarar emprendimientos "gigantes", más aún si no tienen sentido productivo, rentabilidad social y menos económica, por lo mismo lo poco que tendrá el municipio, sin contar "cartas y espadas", deberá utilizarse responsablemente, posponiendo algunas ideas que en los hechos, y aún antes de ser declarada la crisis, ya fueron observadas por la colectividad.
En criterio de las autoridades superiores de nivel gubernativo, lo que se requiere son ideas productivas, proyectos que inyecten recursos al municipio y a las gobernaciones, programas que satisfagan necesidades sin malgastar los fondos del pueblo. Las iniciativas deben contemplar opciones de creatividad, que sean el resultado de capacidades expuestas y llevadas a la práctica, con criterio de utilidad económica para compensar el bajón de ingresos.
Empresas comunales u otras de servicio en las gobernaciones, pueden impulsar la otra parte de la visión autonómica, utilizando los propios recursos naturales de cada región, con lo que la independencia del poder central será una realidad objetiva.
Fuente: LA PATRIA
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