Crónica de una visita al Fortín Boquerón

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Del 26 al 30 de agosto del presente año, como miembro del foro de Facebook "Aprendiendo de la Guerra del Chaco", tuve la oportunidad de realizar un recorrido por varios lugares históricos de la Guerra del Chaco, que quedaron en el lado paraguayo, tales como Boquerón, Arce, Alihuatá, Saavedra, Nanawa, la zona de Kilómetro 7 o Campo Jordán, la zona de Campo Vía y otros.

Si bien para cada uno de estos lugares hay toda una historia por contar, en esta ocasión vamos a referirnos al Fortín Boquerón, por ser septiembre el mes en que rememoramos los valerosos días de heroísmo que vivieron aquellos 619 soldados bolivianos que se encargaron de defenderlo de tropas paraguayas.

La defensa de Boquerón es considerada por escritores como Julio Díaz Arguedas, como una de las acciones militares más heroicas de la historia de la humanidad, al mismo nivel de la Batalla de las Termópilas y de la Batalla de Dien Bien Phu.

El teniente coronel Marzana, en los primeros días del cerco, para infundir valor a sus tropas simplemente les dijo: "Hijos, vamos a hacer respetar el uniforme que vestimos. Ningún soldado debe retirarse hasta haber quemado hasta el último cartucho".

Para llegar al Fortín Boquerón, tomamos viaje por tierra desde Villa Montes, 408 km. a través de la carretera Trans Chaco, hasta llegar a Filadelfia, capital del Departamento Boquerón en el Chaco paraguayo. Allí descansamos en el "Hotel Touring Filadelfia", almorzamos y después de una hora más de viaje llegamos por fin al Fortín Boquerón.

Actualmente en el fortín hay un museo con armamento de guerra, restos de un avión Potez paraguayo, cañones, numerosas fotografías en blanco y negro, caramañolas, granadas, platos, vasijas, utensilios, bayonetas y yataganes.

En las afueras del museo llama la atención un camión Ford boliviano capturado por los paraguayos en aquel entonces, la Comandancia de Marzana, el Casino, el Rancho y la Panadería. Alejándonos de la plazoleta del fortín, encontramos una picada que lleva hacia las trincheras. Lo primero que nos sale al paso es la tuca o búnker del teniente coronel Marzana, a la cual se puede ingresar con cuidado y un poco agachado. Unos pasos más allá, un nido francotirador en un toborochi que sigue tal como en los días del cerco: a un extremo del árbol el ingreso preparado para el tirador y al otro lado la mirilla que daba vista al campo de tiro.

Siguiendo la picada principal se pueden apreciar las trincheras que todavía se mantienen intactas, con compartimentos para los tiradores pecho tierra. Al final del recorrido llegamos al cementerio de soldados paraguayos que queda cerca de lo que se llamara "la Punta Brava", que lamentablemente quedó cortada por el camino.

Al otro extremo del Fortín, encontramos otro cementerio pero esta vez de soldados bolivianos.

Muy cerca de este, la famosa sepultura del Cap. Manchego (boliviano) y su amigo paraguayo Tte. Velásquez, "unidos en amistad por encima de la guerra". Más allá, la aguada que durante el cerco quedó en la mira de los francotiradores paraguayos, por lo cual los soldados bolivianos quedaron sin poder acceder al líquido elemento.

En el lugar todavía se siente mucha energía por todos los sucesos históricos que se llevaron a cabo en este.

Una visita que vale la pena realizar para hacer un homenaje a todos aquellos bolivianos que dieron la vida defendiendo el Chaco que ambos países consideraban de su exclusiva heredad nacional, un bien legítimo de cada uno, legado por herencia y con títulos perfectamente limpios.