Ahora usted y yo no sabemos si el que creÃamos conocer existió de verdad; porque no me diga Ud. que no existÃa cuando Ud. escribió el libro, porque yo lo reconocÃ. No reconozco, en cambio, al autor del artÃculo. Yo, a pesar de pertenecer a la generación del Sr. Tamayo, pienso como Ud., tal vez porque he educado a la juventud a la cual debÃa la verdad.
Veo en usted a un hombre de gran corazón, honradÃsimo, tanto que no necesito en hacerle confianza con esta carta que quedará en secreto entre nosotros.
Que no conozca mientras don Franz viva. Se necesitan hombres como usted para labrar el porvenir; pero que haya más como usted en Bolivia.
Porque usted ha debido de perder algo de la fe que tenÃa en su obra, como yo he perdido mi ilusión.
Cada pensamiento de usted está duplicado en mi alma, gozo del menor detalle de su obra y de su artÃculo. Usted, señor, honra la literatura española, no solamente por su pensar elevado y una forma hermosa y llena de vida, sino por una sinceridad que encontrará siempre un eco en todo corazón generoso.
¿Son todas sus obras tan bellas? ¿A cuál quiere más?
ApreciarÃa si me hiciera conocer cómo terminó este desgraciado incidente.
Nosotros estaremos unidos: usted porque lo ha creado, yo porque soy su mujer. Estamos encima de querellas y prejuicios y sólo deseamos protegerlo ¿no es verdad?
Pero sobre un punto no estoy de acuerdo con Ud. El Hechicero pertenece al Sr. Diez de Medina y existe un Franz Tamayo tal como Ud. lo ha representado. Este mismo es el confuso problema: usted ha adivinado a un ser que sólo yo creÃa conocer.
Lo que yo no puedo comprender es que el Sr. Tamayo no se haya podido reconocer a sà mismo. ¿Ha cambiado o es la vejez?
Decididamente, cierro esta carta, ¡pero cómo querrÃa poder hablar con Ud.! En fin, si el Sr. Tamayo no nos permite que le amemos, nos queda "nuestro hechicero", sobre el cual podremos volcar nuestro afecto.
Ã?l lo merece.
Blanche de Tamayo
Durante 20 años, mantuve amistad epistolar con la primera esposa de Franz Tamayo, Sra. Blanche de Tamayo, francesa, educadora y noble espÃritu. Cambiamos numerosas cartas, en muchas de las cuales confirma las apreciaciones de este libro sobre su esposo.
Ella me pidió que mientras viviese don Franz Tamayo, no las publicara para no herirlo en su orgullo. He cumplido fielmente esa promesa.
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.