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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Cervantes o la exaltación del amor - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
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Segunda y última parte
LOS PERSONAJES DE LA NOVELA
"En un lugar de la Mancha, cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivÃa un hidalgo de los de lanza en artillero, adarga antigua, rocÃn flaco y galgo corredor"Â? TenÃa en su casa un ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que ensillaba el rocÃn".
"Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso -que eran los más del año-, se daba a leer libros de caballerÃa con tanta afición y gusto, que olvidó el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas de tierra de sembradÃo para comprar libros de caballerÃas en que leer; encontró uno por la claridad de su prosa y las intrincadas razones que le parecÃan de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafÃos que hallaban escritos:
"Con estas razones perdÃa el pobre caballero el juicio, y se desvelaba por entenderlas y desentrañar el sentido, que ni las entenderÃa el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los dÃas de turbio en turbio; y asÃ, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro, hasta perder el juicio.
Limpias sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocÃn y confirmándose a sà mismo, no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma.
Pero la meta final, el sueño imposible y más hermoso de Don Quijote de la Mancha es Dulcinea. Ella es la sublimación del amor. Es la razón de ser y existir del hidalgo de la Mancha. Inalcanzable, inefable y misteriosa, Dulcinea está y no está, nunca aparece, sin embargo, siempre está presente. Atraviesa y penetra todo el libro. Es el motor invisible que mueve todos los acontecimientos, todas las hazañas singulares y heroicas del caballero manchego.
LA LECTURA DEL QUIJOTE
La experiencia vivencial hace insoslayable referirse a la importancia de la lectura del Quijote para que el lector llegue a su esencia, lo cual es posible sólo con una predisposición emotiva que le acompañe para introducirse en los meandros de la joya cervantina, antes de caer en frustración.
Se ha dicho que "Quien lee el Quijote ya no es el mismo, ve el mundo y las cosas de otra manera, aprende verdades esenciales. El amor y la bondad del caballero de la triste figura fluyen incontenibles en el alma del lector. El cervantista acucioso encuentra diferencia entre los que han leÃdo El Quijote y los que no. Los primeros se impactan y al final les queda una huella indeleble. Los segundos están lejos de la fuerza del quijotismo penetrando en su alma. Para ellos, Don Quijote es un desconocido, en cambio para los que lo han leÃdo, es un compañero entrañable, un amigo del alma".
PodrÃamos pensar todavÃa en otra categorÃa de lectores: aquellos que intentan leer el libro, quizá una y otra vez, con esfuerzo recorren unos capÃtulos y omiten otros, pero nunca consiguen acabar la lectura.
Este grupo de lectores que lee mal, adultera el sentido de la obra y corre el riesgo de quedarse solamente con la figura externa, con la apariencia estrafalaria, extravagante y ridÃcula y sólo tiene la sonrisa compasiva y burlona frente al personaje. De ahà el reclamo del especialista en la obra por una disposición emocional y actitud prevenida del lector.
Finalmente mi apelación: No podrÃa concluir estos apuntes, sino instando a la concurrencia: Si ha leÃdo El Quijote, que siga leyendo; si no ha leÃdo, que lo haga, pero con emoción y ternura, será un bálsamo espiritual para todos.
Fin
La primera parte de este discurso aparece en las páginas centrales de la edición 608
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