Una calle zigzageante atravesaba todo el pueblo, desde su punto de arranque, cerca de la orilla del rÃo y el molino, hasta las rinconadas donde empiezan las montañas, con una y otra callejuela que se infiltraba en la principal. El molino a fuerza fluvial era soberbio e impresionante; su encargado de nombre ZacarÃas vivÃa allà mismo, junto a su hija Benedicta que, en algunas circunstancias, además de ayudar a su padre en los menesteres de la molienda de granos, solÃa correr hacia la estación ferroviaria, cruzando el rÃo, a comerciar flores y otros productos del lugar a los casuales clientes, ocupantes del tren.
La plaza, espacio indispensable en las poblaciones rurales, generalmente con un frondoso árbol en su epicentro, o algún monumento de recordación lugareña, es el lugar de los encuentros de comunarios para intercambiar sus productos, realzar acontecimientos religiosos o jolgorios santorales y, de cuando en cuando, aparentando cierta rivalidad, luchan allà con temeridad, en combate feroz y enconado, a golpes de puño, usando "ñucus", especie de guantes para boxeo, tejidos por ellos mismos, representantes de una comunidad con otros de otra comarca. La lucha es hasta ver sangre derramada que, según sus interpretaciones, es una ofrenda a la diosa de la tierra, que provocará asà mejor cosecha y próspero tiempo para sus vidas, es el "tinku": convocatoria al combate para mostrar supremacÃa y preeminencia; costumbre vigente aún en aquellos lugares.
La mocedad de Benedicta, su ingenua adolescencia, su alegrÃa y prestación laboral a los vecinos en la faena del molino eran totalmente extrañadas, como algo irreparable que les habÃa arrebatado la naturaleza.
Los pobladores la buscaban por todos los lugares, a lo largo del lecho del rÃo y no podÃan hallarla. Pasó bastante tiempo y la imagen de la joven mujer continuaba implÃcita en la memoria de mujeres y hombres.
Se empezó a murmurar en la población que Benedicta hacÃa sus "apariciones" de cuando en cuando en el crepuscular de algunas tardes ante aterrados ojos de lugareños que afirmaban haberla visto y que desaparecÃa en los matorrales o entre el gentÃo de la estación ferroviaria. Relataban llenos de pánico y con el espÃritu quebrantado por la inquietud y el sobrecogimiento. Nadie podÃa explicar lo que acontecÃa. El lenguaje del vulgo hacÃa alusión a la "condenada", especie de resurrección espectral o simple malidicencia, que concebÃa la mentalidad popular y por expeditiva influencia, se acentuaba cada vez más la discreción. Por el pánico estaban todos amedrentados y atemorizados y fue casi necesario ser acompañado o acompañar en los atardeceres o en las noches, cuando habÃa necesidad de trasladarse por las oscuras callejuelas del poblado o por los caminos de los alrededores. Se afirmaba que esta "alma en pena" o purgación que, en realidad sólo existÃa en la imaginación popular, se mostraba en espÃritu clamando sepultura.
Pasó algún tiempo de la búsqueda y cuando ya la conciencia multitudinaria se frustraba, dándole por totalmente perdida y el temor latente, un vecino dejó escuchar su grito cuando exclamó: "¡La encontramos!, ¡La encontramos! ¡Vengan! Se congregaron varias personas a quienes condujo hasta el lugar, acompañados del corregidor, el padre de Benedicta y hasta el presbÃtero de la iglesia. Se agruparon en el lugar y observaron el cuerpo de la vÃctima que yacÃa semienterrado en el lodo entre pequeñas lastras. Se dejó escuchar allà mismo que esta "alma en pena" erraba por la comarca pidiendo sepultura, y que cuando la sepultaran habrÃa terminado y desaparecido el temor que hay en el pueblo y preteridas las apariciones de su espÃritu.
Y desde que sepultaron a Benedicta, volvió la calma y la tranquilidad al pueblo, y el molino, ya reparado de sus deterioros, volvió a ser el instrumento vital del poblado y de la faena cotidiana, triturando los granos de la alimentación, como bendito conferimiento de la madre naturaleza para la vida de la población que superó el dolor.
Rodolfo Espinoza Aliaga. Oruro, 1927.
Escritor, narrador, poeta y bibliotecario.
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresÃa Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del dÃa en PDF descargable.
- FotografÃas en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.