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Domingo 25 de septiembre de 2016

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Cultural El Duende

Mariano Baptista Gumucio y su batalla por la libertad y la cultura

25 sep 2016

Discurso de presentación de la obra "Por la libertad y la cultura" de Mariano Baptista Gumucio por el Filósofo y Académico de la Lengua, Hugo Celso Felipe Mansilla, presentado el 17 de septiembre en la XXI Feria Internacional del Libro, La Paz

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Primera de dos partes

Es un honor presentar un libro de homenaje a Mariano Baptista Gumucio, notable intelectual y escritor -un polígrafo, como se decía antes-, quien tiene una abundante y original obra en los campos del ensayo, la historia y los grandes temas socio-culturales. Esta referencia al honor se debe a una virtud que tiende a desaparecer: la valentía cívica. En una sociedad que premia el acomodo fácil a las modas ideológicas del día, no es habitual una crítica seria y diversificada, como la de Baptista, a las tradiciones civilizatorias, a las herencias políticas y a la atmósfera cultural de esta misma sociedad. El editor del libro, Luis Urquieta Molleda, señala acertadamente que

"[�] libertad y cultura son los valores a los que Mariano ha dedicado su vida, luchando contra las dictaduras y los malos gobiernos en su larga trayectoria periodística y en sus libros. �l cree profundamente que un pueblo culto tendrá por fuerza que ser libre, y a ese afán, hasta ahora utópico, ha volcado todos sus esfuerzos"(1).

Mariano ha tratado de contener la "frivolización de la cultura que se ha impuesto universalmente", como afirma Urquieta(2), y yo creo que sus esfuerzos, que tienen algo de quijotesco, pertenecen a esa noble tradición racionalista que intenta descubrir las causas de una evolución poco aceptable en los pliegues y repliegues de una mentalidad tradicional y poco afecta al ejercicio de la crítica. Una buena porción de la literatura latinoamericana y boliviana que se ha publicado en torno a temas de historia y ciencias sociales fomenta, en cambio, una identificación fácil con los prejuicios seculares de la población, que ahora se hallan revestidos de un barniz de progresismo a la moda del día. Un espíritu genuinamente crítico, como el de Mariano, evita cualquier identificación fácil y promueve, en cambio, lo que es fundamental para todo conocimiento auténtico: el desencanto, la desilusión con las certidumbres de nuestra infancia intelectual y de nuestras convicciones más profundas, por más seguridad anímica que estas nos hubieran proporcionado. Estas preocupaciones representan el núcleo de la obra de Mariano, quien ha eludido exitosamente las rutinas y las convenciones más difundidas entre nuestros intelectuales. Hoy en día estas corrientes prevalecen, otra vez sin rival, en el ámbito universitario y académico. Cuentan con representantes muy ilustres, como los teóricos de la descolonización y los innumerables representantes de los estudios postcoloniales y subalternos en universidades de todo el mundo.

Frente a esta marea de productos intelectuales a la moda del día se halla la original obra de Baptista. En el caso de nuestro autor, la perspectiva crítica lo ha preservado eficazmente de caer en las tendencias nacionalistas, teluristas, indigenistas e indianistas, que han sido y son tan frecuentes y vigorosas -y, al mismo tiempo, tan francamente provincianas- entre los pensadores bolivianos. Pese a su enorme popularidad y a su éxito político, es probable que estas modas de pensamiento no pasen la prueba de los siglos, pues carecen de un factor central: les falta un espíritu de autocrítica, una mirada analítica sobre sí mismas. Y casi todas ellas prescinden de la dimensión de la ironía, que es, en el fondo, la distancia escéptica con respecto a uno mismo y la comprensión de la ya mencionada ambivalencia de los fenómenos humanos. Mariano, como tal vez ya lo sabe el público, es el cultivador de una fina ironía. Y por ello justamente se halla en buenas condiciones para comprender las mentalidades colectivas de la nación.

Menciono estos aspectos porque conforman una parte central del impulso intelectual que guía a Baptista, quien en una entrevista de 2006 aseveró:

"Mi actitud predominante ha sido la de escribir con la mayor claridad posible, buscando detrás de los prejuicios y por encima de dogmatismos e iglesias el rostro de la verdad. No creo, desde hace bastante tiempo, en ningún ´ismo´ y encuentro que las propias ideas, cuando se esclerotizan, se convierten en veneno para la mente"(3).

Me adhiero a las palabras de Alfonso Gumucio Dagron, quien dijo lo siguiente sobre nuestro autor:

"Yo quisiera que ´Mago´ siga escribiendo sobre temas bolivianos, profundizando aún más en algunos tan importantes como el de la educación y la cultura popular. Quisiera, también, que alterne su condición de espejo con la de ´prisma´ capaz no solamente de reflejar sino refractar (descomponer, concentrar, interpretar), por la vía del desarrollo analítico, toda la información que recibe en su calidad de hombre amplio y sensible"(4).

Mariano Baptista Gumucio -nacido en Cochabamba el 11 de diciembre de 1933- proviene de una ilustre familia de aquella ciudad, dedicada desde hace generaciones a la política, al servicio público y a las labores literarias. Su bisabuelo, Mariano Baptista Caserta, fue presidente de la república en la última década del siglo XIX. Este político conservador fue considerado en su tiempo como el mejor orador que tuvo el país. Nuestro autor tiene el mismo apodo que su antepasado ("El Mago") a causa de su facilidad para la palabra. Utilizando los datos biográficos contenidos en el libro que hoy se presenta, podemos relatar lo siguiente. Mariano ingresó muy joven a la vida política nacional: antes de cumplir veinte años ya era secretario privado del presidente Víctor Paz Estenssoro, en la época de las grandes reformas sociales (1952-1956). Se puede decir que entró a la política desde arriba, lo que le permitió una visión privilegiada sobre este campo, complejo y monstruoso simultáneamente. Estudió derecho en Sucre y La Paz. Se dedicó parcialmente al periodismo: de 1972 a 1982 dirigió el periódico �ltima Hora de La Paz, en cuyo seno fundó la "Biblioteca Popular". Esta colección llegó a abarcar más de cincuenta volúmenes, a precios muy bajos, entre reediciones de clásicos y estudios de temas contemporáneos. Baptista fue embajador en Washington durante el régimen de la Unidad Democrática y Popular (1982-1985). También fue Ministro de Educación bajo tres gobiernos muy diferentes entre sí (1969-1970, 1979, 1989-1991). En el libro mencionado se hallan variados comentarios acerca de las actividades público-políticas de Mariano.

Como en toda persona sensible, Baptista desarrolló muy joven una marcada inclinación hacia la duda creativa y el análisis profundo, cultivando un talante reflexivo que ha mantenido hasta hoy. El tratamiento crítico de los grandes dogmas y el curioso destino de las doctrinas de fuerte irradiación popular han constituido algunos de los temas de reflexión en su ya larga labor intelectual. Pienso que esta actitud, profundamente ética, por otra parte, le llevó a abandonar definitivamente la actividad política y a tomar partido de manera apasionada por los asuntos culturales. La suya es una vida por la libertad y la cultura, como reza el título del libro que Luis Urquieta eligió adecuadamente. En retrospectiva se puede afirmar que Mariano tomó la determinación correcta.

(1) Luis Urquieta Molleda, Introducción, en: Mariano Baptista Gumucio, Por la libertad y la cultura, edición de Luis Urquieta Molleda, La Paz: Plural / Fundación ZOFRO 2016, pp. 9-18, aquí p. 18.

(2) Ibid., p. 18.

(3) Citado en: Alfonso Gumucio Dagron, Los espejos transparentes, en: Mariano Baptista Gumucio, Por la libertad�., op. cit. (nota 1), pp. 72-86, aquí p. 83.

(4) Ibid., p. 75.

Continuará

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