"A los 12 años una muchacha me dijo que en la guerrilla pagaban 1.800.000 pesos al mes (unos 616 dólares) y que la comida era buena. Como mi familia estaba pasando mucha hambre, me fui para allà sin pensarlo", indicó a Efe el ex combatiente, ahora de 28 años, con una tÃmida voz que revela el esfuerzo que hace para hablar de su pasado.
"Las primeras semanas fueron duras. Me amarraron desnudo a un árbol por 15 dÃas como castigo por robar un vaso de leche y un par de galletas del campamento", comenta el hombre de rasgos indÃgenas.
Uniformado durante 14 años con el tradicional camuflado y botas de caucho de las FARC, ahora el ex combatiente porta el traje de reinsertado en medio de imponentes cultivos de frutales sembrados en el municipio de Toro, en el departamento del Valle del Cauca, en el Suroeste del paÃs.
"En los últimos tres años se ha desarrollado esta experiencia para dar competencias y estabilidad emocional a los desmovilizados que nunca han estudiado y quieren ingresar al mundo laboral fortaleciendo la productividad del campo colombiano", afirma por su parte el asesor de la Dirección Programática de la ACR, Nelson Velandia.
Luego, con voz baja pero firme, sostiene que "ojalá se acaben las FARC como grupo armado pues vivir en la guerra es duro, no es tan fácil como creen".
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