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Domingo 25 de septiembre de 2016

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Revista Dominical

Si queremos abundancia sepamos dar con generosidad

25 sep 2016

Fuente: LA PATRIA

Por: Ximena Miralles Iporre - Directora de LA PATRIA

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La vida en la época actual, se ha convertido en una competencia de quién acumula más, quién supera al otro en conocimientos, en obtener cosas o títulos, todos quieren más, todos quieren ser millonarios, todos quieren abundancia, pero ésta no puede llegar en tanto no sepamos dar con generosidad.

Y no se trata sólo de dar, sino de ver la abundancia que la vida misma nos ofrece, pues nuestros antepasados no tenían las facilidades con las que vivimos ahora, si querían comer tenían que cazar y recolectar, o cuando menos tenían que matar animales para comer su carne y sembrar sus propias verduras.

No obstante, al parecer, en la actualidad, como estamos acostumbrados a tener todo fácil, de inmediato, muchas veces no apreciamos lo que hay a nuestro alrededor, es más, somos muy fatalistas, por eso existe crisis de todo tipo, en las relaciones, en las familias, entre amigos, siempre le vemos el lado negativo a las situaciones y nos quejamos.

Hubo una época en que la amistad se cultivaba en las calles, uno conocía amigos saliendo a caminar por el barrio, por las plazas y parques, también se conocían en los colegios y siempre se quedaba a una hora para verse o se tenía que tocar la puerta para buscar al amigo.

Se podía ver a grupos de niños que iban a pedir permiso a la mamá más estricta para que les "preste un ratito" a su hijo para ir a jugar con él.

De que habían riesgos, habían, pero las mamás tenían una especie de "radar" para saber con quién, cuándo y cómo estaban sus hijos, no tenían que ir detrás de ellos y sobreprotegerlos, dejaban que aprendan a lidiar solos con ciertas situaciones.

Los niños llegaban a casa con raspones, heridas y sucios de pies a cabeza, pero en el hogar, los padres y madres se encargaban de curar heridas y raspones, de bañar a los hijos y lavar la ropa, quizás era bastante trabajo, pero lo hacían porque dejaban que sus retoños aprendan a defenderse solos en la vida, pues estaban conscientes que ellos no serían eternos.

Esa forma de cultivar la amistad era muy sana y en ella había abundancia, pese a que no se tenían grandes riquezas materiales ni la tecnología que nos facilita tanto la vida y las comunicaciones, pero han complicado la forma de relacionarse entre personas.

Tenemos que aprender a mirar el mundo de otra manera, a brindarnos con generosidad, dar nuestro tiempo, apoyar y ayudar a los amigos en lo que se pueda y permitir que los niños salgan al mundo a cultivar relaciones duraderas de amistad.

No se trata de que exista empatía todo el tiempo o que todo sea color de rosa, que no existan peleas, pues en las décadas pasadas sí habían pleitos, pero no se involucraban los padres, sino que los niños muchas veces se agarraban a golpes a la salida del colegio o habían luchas entre chicos de uno y otro barrio, pero lo importante era zanjar los desacuerdos y los problemas, ya que después de pegarse duro, terminaban tan amigos como los mejores.

Es cierto que no es bueno mirar al pasado y quedarse estancados en él, pero también es verdad que del pasado podemos extraer enseñanzas, digamos que es como recurrir a la historia, pero no para lamentarse de lo que pudo o no haber sido, de lo que se pudo haber hecho o haber dejado de hacer, sino para aprender de ella, imitar lo positivo y obtener una lección de ello.

Los padres de la actualidad, como dicen ciertos psicólogos, tenían miedo de sus propios padres y ahora les temen a sus hijos, pero bajo ningún punto de vista podemos permitir que los niños asuman la posición de papás, porque se desorganizaría todo el sistema familiar, sino que los grandes debemos asumir con responsabilidad lo que nos corresponde y permitir que nuestros hijos vivan su niñez como la tienen que vivir.

No se trata de dejarlos hacer lo que quieran, sino de prepararlos para enfrentar los problemas, dejando que ellos resuelvan los suyos según la edad que les concierna y a responsabilizarse tanto por sus acciones como de sus consecuencias.

Para que todo esto tenga un resultado positivo, se debe restringir un poco el uso de electrónicos, como celulares, tabletas, computadoras, televisor, video juegos o videos, para que nuestros niños salgan a jugar y a relacionarse con otras personas, que sepan que más allá de su mundo hay mucho por descubrir, y amistades increíbles que cultivar.

Además, en este mundo en que el consumismo se ha convertido en el rey, debemos mostrarles a nuestros hijos que no pueden obtener todo o que ven sus ojos, a aceptar la frustración y lidiar con ella, pues cuando sean más grandes sus frustraciones serán mayores cuando se den cuenta que las personas, los afectos y los amigos no se compran con dinero.

Enseñemos a no ser tan individualistas y a dar con generosidad, que de eso están hechas las relaciones duraderas, de confianza, grandeza, abundancia y por supuesto mucho amor.

Otro detalle, enseñemos también autoestima, que no es egoísmo o egocentrismo, sino amor propio, saber estimarse uno mismo, saber ser amigo de uno mismo, pues los sentimientos que afloran son los que se cultivan en el interior de cada ser, en primera instancia, no se puede dar lo que no se tiene, tampoco transmitir lo que no se siente; mientras exista abundancia dentro de nuestro ser, siempre habrá una fuente inagotable de valores para compartir, que invariablemente tendrá retorno.

Fuente: LA PATRIA
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