Y no se trata sólo de dar, sino de ver la abundancia que la vida misma nos ofrece, pues nuestros antepasados no tenÃan las facilidades con las que vivimos ahora, si querÃan comer tenÃan que cazar y recolectar, o cuando menos tenÃan que matar animales para comer su carne y sembrar sus propias verduras.
No obstante, al parecer, en la actualidad, como estamos acostumbrados a tener todo fácil, de inmediato, muchas veces no apreciamos lo que hay a nuestro alrededor, es más, somos muy fatalistas, por eso existe crisis de todo tipo, en las relaciones, en las familias, entre amigos, siempre le vemos el lado negativo a las situaciones y nos quejamos.
Los niños llegaban a casa con raspones, heridas y sucios de pies a cabeza, pero en el hogar, los padres y madres se encargaban de curar heridas y raspones, de bañar a los hijos y lavar la ropa, quizás era bastante trabajo, pero lo hacÃan porque dejaban que sus retoños aprendan a defenderse solos en la vida, pues estaban conscientes que ellos no serÃan eternos.
Esa forma de cultivar la amistad era muy sana y en ella habÃa abundancia, pese a que no se tenÃan grandes riquezas materiales ni la tecnologÃa que nos facilita tanto la vida y las comunicaciones, pero han complicado la forma de relacionarse entre personas.
Tenemos que aprender a mirar el mundo de otra manera, a brindarnos con generosidad, dar nuestro tiempo, apoyar y ayudar a los amigos en lo que se pueda y permitir que los niños salgan al mundo a cultivar relaciones duraderas de amistad.
Los padres de la actualidad, como dicen ciertos psicólogos, tenÃan miedo de sus propios padres y ahora les temen a sus hijos, pero bajo ningún punto de vista podemos permitir que los niños asuman la posición de papás, porque se desorganizarÃa todo el sistema familiar, sino que los grandes debemos asumir con responsabilidad lo que nos corresponde y permitir que nuestros hijos vivan su niñez como la tienen que vivir.
No se trata de dejarlos hacer lo que quieran, sino de prepararlos para enfrentar los problemas, dejando que ellos resuelvan los suyos según la edad que les concierna y a responsabilizarse tanto por sus acciones como de sus consecuencias.
Para que todo esto tenga un resultado positivo, se debe restringir un poco el uso de electrónicos, como celulares, tabletas, computadoras, televisor, video juegos o videos, para que nuestros niños salgan a jugar y a relacionarse con otras personas, que sepan que más allá de su mundo hay mucho por descubrir, y amistades increÃbles que cultivar.
Además, en este mundo en que el consumismo se ha convertido en el rey, debemos mostrarles a nuestros hijos que no pueden obtener todo o que ven sus ojos, a aceptar la frustración y lidiar con ella, pues cuando sean más grandes sus frustraciones serán mayores cuando se den cuenta que las personas, los afectos y los amigos no se compran con dinero.
Enseñemos a no ser tan individualistas y a dar con generosidad, que de eso están hechas las relaciones duraderas, de confianza, grandeza, abundancia y por supuesto mucho amor.
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