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Domingo 25 de septiembre de 2016

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Revista Dominical

Oda a los zapatos

25 sep 2016

Por: Carlos Decker-Molina

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Salieron a las calles con el polvo mineral de Oruro. Murieron en una calle de Estocolmo, ateridos por el invierno polar. Con la cara rota de tanto buscar el camino de retorno.

Esta es su historia.

Zapatos viejos cansados de andar.

Zapatos doloridos de maltratar su rostro en la quimba de la Huérfana Virginia. Madrugadores pertinaces, conducían pies bailadores directo a la serenata y luego "como por tubo" al fricase del 312.

Zapatos traviesos, que se ponían de puntas para alcanzar los labios de una mujer.

Zapatos que jugaban con otros, ocultos en los bajos de la mesa familiar.

Zapatos que cerraban los ojos cuando sentía caer a su alrededor la ropa de él y de ella.

Zapatos soñadores con mundos mejores.

Zapatos que fruncieron el cuero por miedo a la policía.

Zapatos que huían sin rumbo. Hicieron "camino al andar", con muy pocos descansos para recuperar el aliento y respirar aires nuevos. Hasta fueron lustrados donde el Ernesto.

Zapatos sin aliento, que caminaron buscando trabajo.

Zapatos del exilio, asfixiados de temor. Sus primeras grietas en la suela, fueron tapadas con hojas Le Monde. Antes de dejar aquel viejo puerto italiano e intentar el camino de vuelta fueron sometidos a la cirugía de la media suela.

Zapatos poetas que dejan el aroma de una literatura andariega.

Zapatos mojados por el mar de Antofagasta.

Zapatos entumecidos por el frío de Salta.

Zapatos que patearon libros en la furgoneta policial, que conducía libros y lectores a la sala represiva.

Zapatos mojados con el meado del fusilado.

Zapatos que perdieron la memoria para recobrarla allende los mares.

Zapatos que pisotean la extraña faz de la nieve.

Zapatos herencia de la pisada estremecida del padre.

Se cuenta que él, don José, estaba calzado con ese par de mocasines cuando cayó para no levantarse más.

Me duele dejarte. Porque tu aroma no es sudor sino nostalgia.

Para tus amigos: