La utopÃa socialista fue, para millones de seres humanos, una causa verdadera, la idea de patria, magnificada en una extraña combinación de dogma de fe y propuesta de futuro, lo que permitió todo sufrimiento sin destruir la esperanza. Para otros tantos millones fue, a su vez, el sinónimo inequÃvoco del horror y de la degradación total. Sin embargo, unos y otros concuerdan en que la ilusión de vientos de cambio de Gorbachov y el "Santo Grial" que pareció encarnar Yeltsin en 1991, se hundieron en al materialismo más venal, en el enriquecimiento sin alma y sobre todo en la cosificación de todo ideal. El santoral marxista de la gran nación se desplomó y dejó un inmenso vacÃo.
Esta historia, a pesar de ello, no concluyó allÃ. La disolución de la URSS no sólo rompió la unidad, representó un camino macabro de violencia que, creÃmos, solo se habÃa dado en los Balcanes. El fragmento con el que comienzo esta columna no es la historia de una vÃctima del execrable estalinismo, no, es el relato de una refugiada armenia escapada de Baku (Azerbayan) en los años noventa del siglo pasado, es la increÃble realidad de la irracional división de sociedades que habÃan cantado a la amistad eterna entre los pueblos y la igualdad entre los seres humanos...¿Georgiano? ¿Ruso? ¿Armenio?...matar o morir, destruir cualquiera de aquellos valores por la moneda del fanatismo, de odios viejos, nuevos o inventados, diferencias de color de piel, de credo religioso, de origen geográfico. Los mismos que ayer eran parte de la Unión de Republicas, atrincherados en la sangre.
Más de 600 páginas desarrolladas magistralmente para narrarnos desde las voces de la calle, de los caminos rurales, de los departamentos de clase media, la peripecia humana, las incalculables rutas del dolor y la testaruda esperanza. Aleksievich ordena la narración, apunta unas pocas lÃneas ora descriptivas, ora reflexivas, contextualiza y escoge unos tÃtulos maravillosos para cada parte y te deja sin aliento.
¿Literatura? Sin duda alguna, la vida sin un adorno. Y no es que la fuerza de la obra este en las formas indescriptibles del hambre, el desgarramiento de los cuerpos, las prisiones interminables, la muerte tantas veces liberadora, es más que eso, es una disección de lo que somos, de cómo entendemos los asuntos fundamentales de nuestra existencia.
Si algún modelo dibujado con maestrÃa, podÃamos encontrar para saber lo que es amasar el alma humana desde su propio núcleo, Svetlana Aleksievich es ese modelo.
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