Jueves 22 de septiembre de 2016
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Uno de los atributos que debe distinguir a un estadista es la consecuencia con sus principios, anuncios y promesas. Esto es indispensable para concitar respeto y acatamiento a sus decisiones. Los constantes cambios de opinión y las contradicciones causan confusión y rechazo en la ciudadanÃa. Esto no es bueno, pues la seguridad jurÃdica y la confianza pública se resienten.
También se exige a un Jefe del Estado, que se comprometa a respetar y hacer respetar la Constitución: la ley fundamental que establece los derechos y deberes de los ciudadanos y de las autoridades. Cuando esto no sucede, y se impone la ambición desmedida, surge la protesta legÃtima y, si ésta no es escuchada, se está ante un proceder despótico y antidemocrático.
La historia muestra ejemplos de esta conducta que termina en el autoritarismo. Con frecuencia, se encuentra que la inicial promesa de acatamiento a la ley y a las reglas de la democracia no fue auténtica, pues, una vez en el poder, paulatinamente se va por el ominoso sendero de la autocracia, sin freno ni respeto a los derechos ciudadanos.
