Podremos rechazar la religión, la ideologÃa y la sabidurÃa recibidas de nuestros mayores, pero no podemos rehuir la necesidad de amor y compasión.
Tan sólo podemos emplear bien el presente. Debemos comportarnos de forma responsable y con compasión por los demás. La compasión como la justicia, la solidaridad, el ejercicio de la libertad y todas las virtudes exigen relación con los demás. Ese comportamiento obedece a nuestros intereses porque es la fuente de toda felicidad y alegrÃa, y el fundamento para tener buen corazón. Nuestra felicidad está unida a la felicidad de los demás. Es imposible ser feliz a solas.
Por medio de la amabilidad, del afecto, la honestidad, la verdad y la justicia hacia todos los demás aseguramos nuestro propio beneficio. Es de sentido común. Podremos rechazar la religión, la ideologÃa y la sabidurÃa recibidas de nuestros mayores, pero no podemos rehuir la necesidad de amor y compasión.
En la medida en que practiquemos esas verdades en nuestra vida cotidiana, poco importa que seamos cultos o incultos, que creamos en Dios o en el Buda, que seamos fieles de una religión u otra, o de ninguna en absoluto. En la medida en que tengamos compasión por los demás y nos conduzcamos con la debida contención, a partir de nuestro sentido de la responsabilidad, seremos felices.
Con amabilidad y con valentÃa, acoger a los demás con una sonrisa. Ser claros y directos. Y procurar ser imparciales y ecuánimes. Tratar a todo el mundo como si fueran nuestros amigos. Y esto con sus consecuencias podemos afirmarlo como personas que desean ser felices y no sufrir. Para poder ser nosotros mismos.
Tomado del centro de Colaboraciones Solidarias (CCS)
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