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Domingo 11 de septiembre de 2016

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Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

Carta de un Indio imaginario

11 sep 2016

Escrita por Walter Montenegro

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La Paz, 13 de febrero de 1947

Señor Buenavista:

No por imaginario soy menos indio. Mi sustancia indígena vive en la realidad de estas pequeñas cosas que quiero decirle.

Bolivia entera está espantada ante la amenaza de las sublevaciones de indios. En el terreno de los hechos puros y simples, las sublevaciones de indios suelen ser efectivamente espantosas.

Pero, señor Buenavista, esas sublevaciones no tienen raíces puras ni simples. No son simples, porque su intrincada maraña se nutre de toda la injusticia, la explotación, la miseria, el hambre y la ignorancia que han bebido en esta tierra boliviana, durante más de cuatro siglos. No son puras, porque en esa savia malsana ustedes, los blancos -o los pardos- han puesto todo el veneno, todas las esencias explosivas de su incomprensión, de su egoísmo, de su torpeza moral e intelectual.

Es muy fácil para los blancos, señor Buenavista, seguir viviendo como vivieron hasta hoy, despreciando a los indios tanto más cuanto más los explotaban y explotándolos, más cuanto más los despreciaban. Y es muy fácil acusarnos hoy de barbarie.

-Los indios son estúpidos -dice usted. ¿Y qué querían que fuéramos, si ustedes, que tenían en sus manos todos los medios económicos, intelectuales y gubernamentales para controlar nuestra vida, hicieron lo posible para estupidizarnos de modo que, reducidos a la condición de bestias, les sirviéramos mejor y les sirviéramos a más bajo costo?

-Los indios son ladrones -añaden. Tengo idea de que entre los blancos -aún los más blancos- hay también ladrones, pero ladrones más inteligentes que nosotros, que roban y siguen paseando en automóvil. En cambio a nosotros, indios estúpidos, se nos sorprende fácilmente en el acto imperdonable de robar unas papas, unas libras de chuño o un mendrugo de pan para no morirnos de hambre ¿qué otra cosa más robamos? Nosotros no manejamos Bancos ni divisas ni letras vencidas ni cheques en blanco.

-Los indios son egoístas. Y ¿cómo se puede ser generoso cuando nada se tiene? Es cómodo y bello regalar un millón -no todos los regalan tampoco- cuando se tienen mil. Y ¿cómo se puede ser desprendido si no hay de qué desprenderse? Y ¿quién está más obligado a ser generoso, el que tiene o el que no tiene? ¿Y pueden los blancos decir que fueron generosos con nosotros?

-Los indios son perezosos. La actividad, señor Buenavista, es producto de dos factores; uno, espiritual que consiste en el ansia de superación, en la esperanza de una vida mejor. Otro, material, compuesto de vitaminas y minerales. Nosotros, señor Buenavista, hacen siglos que hemos perdido la esperanza, que hemos perdido el ansia de superación y hemos perdido las vitaminas y los minerales de nuestra sangre, gracias a ustedes, a ustedes, los blancos. Devuélvannos esa esperanza y esas vitaminas y entonces hablaremos.

-Los indios son alcohólicos. Quizás se nota más el alcoholismo entre nosotros, porque no tenemos boliches para emborracharnos, y lo hacemos al aire libre. Además, cuando se han perdido la esperanza y las vitaminas, el alcohol es apenas un anestésico para el espíritu y para la carne. Lo demás es vicio. Los indios son sucios. Traiga usted un ario, señor Buenavista. Hágale dormir en un zaguán, no le dé usted agua ni jabón y huélalo tres meses después.

Los indios sonÂ?

¿Para qué continuar, señor Buenavista? Solo quiero pedir a sus lectores blancos que al horrorizarse por las sublevaciones de indios -que son horribles, en verdad- se horroricen también un poco por su propia palabra; se horroricen como seres civilizados, como cristianos y como hombres, por habernos traído hasta esta situación en la que tenemos que hacer sublevaciones para obtener aquello que todos los demás seres humanos tienen por derecho: pan, educación, justicia.

Y que se pregunte con la mano en el corazón, si la política, si la religión, si la más elemental caridad cristiana hicieron algo para salvarnos de ser ignorantes, sucios, egoístas, alcohólicos, perezosos.

No justifico las sublevaciones de indios. Pero tampoco justifico a los blancos. Eso es todo.

"Periódico La Razón"

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