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Cristina Fiaño (C.F.) ¿Cuál cree usted es el elemento fundacional de la escritura borgeana?
Julio Ortega (J.O.) Me parece que en Borges hay un doble movimiento: hacernos parte de la tradición literaria y, al mismo tiempo, propiciar nuestra ruptura con ella. Por lo primero nos abre las puertas de la literatura como universo del asombro y el goce de la invención creadora. Por lo segundo, nos invita a cerrar la Biblioteca de un portazo y empezar de nuevo, crÃticamente. Lo fundacional en su obra, creo yo, es la ironÃa.
J.O. Sus textos no presuponen borradores revisados febrilmente. Como ocurre incluso con san Juan de la Cruz, cuyos borradores, en todo caso, serÃan la Biblia. Los de Borges son la Enciclopedia. De modo que fue una especie de epifanÃa encontrar ese relato abandonado. MarÃa Kodama me ha contado que Borges soñaba muchos de sus textos y que, al despertar, los recordaba con tanta precisión que apenas corregÃa. Debe ser una virtud de la ceguera.
C.F. Pese a tratarse de un manuscrito de apenas cuatro páginas usted sostiene la hipótesis de que no es un relato inacabado sino el comienzo de una novela, la novela que Borges no quiso escribir.
C.F. El hallazgo inesperado de Los Rivero conmovió al mundo de la literatura, ¿cree que puede haber más sorpresas en el material dejado por Borges?          Â
J.O. Borges se habrÃa divertido con la noticia de que los diarios entendieron que se trataba, literalmente, de una novela abandonada. Yo sólo habÃa propuesto que dejó el cuento porque corrÃa el peligro de escribir otra novela argentina.
C.F. ¿Cuál es para usted la principal aportación de esta edición de "El Aleph" a los estudios borgesianos?
J.O. Además de la filologÃa de la Prof. Del RÃo Parra, es uno de los muy pocos manuscritos recuperados con un aparato crÃtico imparcial, que nada impone ni demanda al relato ni al lector. Establece, quiero decir, el estado textual de esa obra maestra para que el lector discreto ensaye sus lecturas y versiones.
J.O. Como cualquier persona educada sabe, nunca termina el establecimiento crÃtico de un texto mayor. Tuvimos la suerte de que la Biblioteca Nacional nos dejara el manuscrito vivo, hoy sólo es accesible su copia. Por eso es tan valiosa la reproducción facsimilar que incluimos.  Me hubiera gustado encontrar la copia que fue a la revista Sur, que debÃa estar en el archivo de Sur, como me dijo Enrique Pezzoni. Pero el archivo ha desaparecido, y según una experta en Sur, nunca existió. Como otros manuscritos, libros y autores argentinos...
A propósito de El Aleph engordado, del joven escritor argentino Pablo Katchadjian, lo primero es decir lo más evidente: la audacia de escribir dentro de la copia del cuento de Borges para amplificarlo, es un gesto vanguardista ingenuo, condenado, de antemano, a una apropiación impropia. Esto es, al fracaso. No sólo porque es improbable añadirle frases a ese relato sin rebajarlo y, lo que es más serio, sin atentar contra su integridad.
El resultado es lamentable: El Aleph engordado es, francamente, vano.
Es, por lo menos, ingenuo que algunos sostengan que lo hecho por el joven autor con "El Aleph" es equivalente a lo que hizo Duchamp con La Gioconda, ponerle bigotes. Es obvio que se trata de una Gioconda hecha copia. La copia no niega al cuadro, lo hace más único. En cambio, "El Aleph" es siempre el mismo: ocurre en el lenguaje, y cualquier copia es su original.
Más flagrante es el argumento de que Borges se apropió de El Quijote en su cuento "Pierre Menard, autor de El Quijote" donde, en efecto, Menard es un escritor que decide escribir la novela, pero no copiarla ni parodiarla, sino tal como es, reescribirla palabra por palabra, y firmarla como suya. Borges compara dos párrafos y comenta que aunque son el mismo son diferentes, porque en el siglo XVII querÃan decir una cosa, pero ahora postulan otra. La ironÃa es transparente: lo que cambia es la lectura; las palabras son las mismas pero la lectura reescribe la obra desde su renovado presente. No toda lectura es, claro, pertinente. Ya Borges nos alertó contra los anacronismos abusivos del tipo "Man of La Mancha."
Sábato inició una tradición argentina de leer a Borges cuando se preguntó: ¿Está Borges condenado a plagiarse a sà mismo? Bajo esa superstición, algunos creen hoy que admirar a Borges legitima parodiarlo, glosarlo, apropiarlo. Pero Borges no consagró el plagio: se reescribió a sà mismo (para dejar de ser Borges, en primer lugar) buscando rehacer la lectura, y hacer de sus lectores autores de inventiva más civil y menos nacionalista, más creativa y menos autoritaria, más libre y menos violenta.
En cuanto a la extraordinaria virulencia de los ataques a MarÃa Kodama, como no he visto que alguien lo haya hecho en Buenos Aires, me permito remitir al lector curioso a mi defensa de sus muchas tareas: http://www.elboomeran.com/blog-post/483/11316/julio-ortega/una-defensa-de-maria-kodama/. Sólo añado que MarÃa ha logrado reconstruir libro por libro la biblioteca de Borges, preservada en la Fundación Borges de Buenos Aires. Su catálogo, en preparación, podrá ser un curso hospitalario para neófitos cautos.
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El crÃtico peruano Julio Ortega, mantiene un blog denominado El boomeran. De ahà extractamos estas notas referidas al genio argentino.
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