Acerca del poemario Mesones del Alba de Edmundo Torrejón, premio PEN Bolivia

Mesones del Alba es un poemario muy logrado de Edmundo Torrejón Jurado. Edmundo es un intelectual militante extraordinariamente activo en su producción. Cuando Edmundo crea poemas transcurre una de las aventuras más expresivas de la lírica en nuestro idioma español.

Su ámbito agradable de creación es la naturaleza porque despliega en sus poemas la inequívoca inmersión en un mundo de fuerzas telúricas procedentes de su región natal.

Edmundo sabe cantar el instante amoroso de paz, de espíritu profético, que metamorfosea elegantemente en tropos y sus variaciones que espigan exactas reflexivas metáforas.

Edmundo comprendió muy bien que se debe introducir todo lo mejor de sí para que una cosa que no es, sea y, eso es crear.

Las virtudes son principales o capitales porque se dirigen o apuntan a la más importante y difícil esfera moral del individuo que, como se puede inferir no se reciben por obra y gracia del espíritu santo o por algún milagro prosaico.

Se necesita comprenderlas y practicarlas frente al prójimo y esto precisamente ejerce Edmundo frente al prójimo ofreciendo sus poemas, teniendo todos inherencia incontrastable con las cosas buenas y el buen ejemplo y, por el amplio horizonte de tu imaginación eres poeta de alegrías y esperanzas.

Tus pupilas no reflejan cansancio de hartarte de buena lectura, como el oxidado metal que mantiene monolítica su estructura, pues, frecuentemente da a luz los efluvios de su alma pura incentivada a penetrar en el prójimo que amas con sus poemas, poesías y cuentos.

Edmundo construye un mundo literario a partir de una experiencia practicada por los humanos que es huir con la fantasía de la realidad en la que viven y cobijarse en otra quizás mejor y afín a sus inclinaciones y necesidades; este es el origen de la poesía.

Naturalmente existe sabiduría en la poesía de Edmundo, que no es un saber cualquiera, sino un saber que versa sobre las causas y fines últimos del humano, siendo una apreciación de lo terrenal a la luz de lo eterno, un saber que nos desvela Edmundo con su espíritu que ofrece prueba fehaciente de su fecundidad.

Edmundo, desde muy joven pensó que si Dios le regaló un cerebro, le regalaron una cadena de inspiración o un pequeño infierno. No le regalaron el entendimiento, cultivado por él, para que lo tenga y que los cumplas muy felices; le regalaron un pedazo frágil de sí mismo, le regalaron la necesidad de esforzarlo todos los días, la obsesión sana de crear cosas buenas para la humanidad.

Edmundo no tuvo miedo de dominar el árbol de la potencialidad e hizo desplegar sus hojas como obras que perdurarán como una fuente que se va llenando a sí misma y con esa proclividad hacia la percepción espiritual para que se convierta en el trasunto de su pensamiento.

Todas las obras de Edmundo, ostentan en sus páginas fundamentos reflexivos armónicamente reforzados por la línea viuda y la línea huérfana de cada página.

La obra integral de Edmundo, tiene similitud con el perfume de la lluvia al caer a la tierra: el petricor, olor clásico y único. Esa es la impronta de las obras de este sensible poeta.

Es Abogado Corporativo, posgrado en Educación Superior, Docente universitario, Escritor