En un mundo ideal, la justicia deberÃa ser administrada por jueces honestos y probos que, actuando sin presiones, apliquen la ley no solo como letra muerta sino como instrumento para mejorar la sociedad. En la antÃpoda de ese idealismo están los jueces politizados, aquellos que dependen del poder y le sirven aún a costa de la justicia.
Pero hay jueces todavÃa peores, los polÃticos; es decir, aquellos que, sin ser abogados ni parte del Poder Judicial, tienen el poder de impartir justicia. Estos últimos fueron los que juzgaron y, finalmente, destituyeron a la ahora ex presidenta del Brasil, Dilma Rousseff.
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