PaÃses productores de coca que sirva para industrializarla y convertirla en cocaÃna, parece que han incrementado sus cultivos y como ejemplo está el caso de nuestro paÃs, Bolivia, que cuenta, comparativamente con lo que pasaba hace diez o más años, con nuevas y grandes extensiones de tierra para cultivar la llamada "hoja sagrada". Los decomisos que se hace de cocaÃna han alcanzado cifras alarmantes: hasta hace diez años, se contabilizan kilos o, como máximo, algunos quintales; hoy se contabilizan toneladas que se esparcen por el mundo entero y que significan miles de trillones de dólares que invaden la economÃa de los paÃses en vÃas de buscar legalización.
Mucho se hace para combatir a la droga como es el caso de la Felcn en Bolivia cuya labor es plausible desde todo punto de vista, pero no es suficiente y en los resultados generales, las toneladas que decomisa son mÃnimas con relación a las que salen por las fronteras. Balances provisionales hasta julio pasado muestran que en más de 7.800 operativos de la Felcn se decomisaron alrededor de 123 toneladas; ¿cuánto será lo que anualmente circula en el mundo? Las cantidades deben llegar al infinito y, por supuesto, las vÃctimas suman millones. Habrá que reducir drásticamente el cultivo de la coca, dejando como máximo las 12 mil hectáreas para usos tradicionales. Reducir cultivos -que habrá que hacerlo en combinación con Perú y Colombia- implicarÃa bajar sustancialmente la oferta del letal veneno; pero, ¿permitirán ello los intereses creados? ¿Dejarán hacerlo los que buscan el dinero sucio para todo y por todo?
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