Martes 06 de septiembre de 2016
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Las recientes y trágicas muertes de 5 personas humanas, pues eso son antes que definiciones por el rol social, polÃtico, ideológico o de cargos y trabajos, tiene que obligarnos a reflexionar, en serio y con sinceridad, sobre la apuesta real que estamos haciendo como sociedad y Estado.
Es deplorable que se quiera hacer polÃtica con los muertos, con cualquiera de ellos. Es nefasto, para el paÃs en su conjunto, vivir a costa de muertes. Es miserable la actitud de quienes sólo buscan culpables (sin negar en ningún momento que se debe dar con los responsables y someterlos a la justicia) o, por otra parte, se deslindan de toda responsabilidad acusando "al otro" y se sienten vÃctimas inocentes. Gente asà deberÃa preguntarse sobre su calidad humana antes que por su eficacia polÃtica.
En Bolivia hemos naturalizado el enfrentamiento, el conflicto violento, el bloqueo por todo y por nada, las negociaciones truculentas, la cooptación de espacios de poder en organizaciones sociales y el Estado, el clientelismo y la prebenda y una larga cadena de acciones en las que diversas personas y grupos participan. No pretendo generalizar situaciones, como si todos y todas actuásemos asÃ, sino indicar que esto se da con frecuencia y más de la que pensamos. Una vez naturalizado, también lo hemos normalizado truchamente, es decir hay códigos tácitos e implÃcitos que se aceptan para que las cosas "fluyan" y tienen carácter de "norma". Asà no más es y eso parece no incomodarnos. Lo que me pregunto es ¿porque "asà es" necesariamente es bueno y se debe seguir actuando asÃ?