La estadÃstica creciente de drogadictos y el crecimiento potencial de adictos estables y esporádicos es cruel, zahiriendo la condición humana, sobre todo en la juventud. Todo ello debe encontrar un origen y este necesariamente reside en la formación humana, en la autovaloración de las fortalezas, en la aplicación de un sentido común sano, en la autoestima, en el amor al prójimo, en la conducción de las apetencias bajo un marco de sobriedad y recato, evitando los excesos y tentaciones, cuya aprensión genera riqueza espiritual.
A partir del nacimientos de los hijos, la actitud de los padres se remite a expresiones de orgullo legÃtimo, exacerbadas en el padre y más recatadas en la madre, pues esta comienza una dedicación plena a su hijo nacido que desborda en una presunta indiferencia por el cónyuge, malinterpretado por los varones que quieren reivindicar la atención de la mujer, tal como lo hacÃa antes del embarazo, situación que no puede retrotraerse pues la mujer cuando es madre, primero es madre y luego mujer; afirmación, aunque discutible, es el origen de múltiples errores en la educación de los niños.
(*) Es Abogado Corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación, Docente universitario, autor del libro "ADI�S A LAS DROGAS", 2da edición La Paz.
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