Lunes 05 de septiembre de 2016

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Es cierto, como lo afirma Teófilo López Meléndez (El Universal, Caracas, 31.08.2016), que la paciencia ha sido considerada siempre "como una constancia valerosa". Pero también es verdad que esta virtud, a veces, está "acompañada de la sombra del conformismo". De otra manera, no se explica cómo se soportan errores y demasías de regímenes indolentes o abusivos que, con el terror, intentan que desaparezca la esperanza y se generalice la resignación.
Una noticia terrible muestra cómo el miedo generalizado -tan diferente a la paciencia- impide la protesta general ante la barbarie: Por orden el tirano de Corea del Norte, Kim Jong-un, fue fusilado el viceprimer ministro responsable de educación de ese país, Kim Yong-jin, por ser considerarlo un "elemento antirrevolucionario". También se informa que otros dos importantes políticos norcoreanos fueron enviados a campos de reeducación como parte de las purgas ordenadas por el joven dictador.
Por supuesto que el terror aplaca las protestas; pero también es cierto que, a la larga, cuando se hace imposible vivir permanentemente bajo amenazas, persecuciones, destierro y cárceles, renace la rebeldía.