Por: Ximena Miralles Iporre
Directora de LA PATRIA
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Cuando te sientes invencible ante el mundo, cuando crees que nadie ni nada puede detenerte en la vida, cuando uno a uno realizas tus sueños, sientes que el cielo es el lÃmite.
Esta es una versión nueva de lo que significa andar por los cielos paceños, no sin antes manifestar la incomodidad que aún suelo sentir al escribir en primera persona, sin embargo, esta es una experiencia muy particular y esa es la razón para darme esa licencia en esta ocasión.
Algunos señalaban que es una experiencia maravillosa y me recomendaron mucho ese paseo, y un amigo me dijo "que el cielo sea tu lÃmite", con ese pensamiento y acompañada por una colega y amiga fui a experimentar por primera vez el famoso recorrido por las lÃneas amarilla y verde.
Bajamos hasta la última estación en la zona Sur, Irpavi, en el trayecto vimos plazas y parques, el mirador del MontÃculo, los antiguos edificios del casco viejo, los Puentes Trillizos, la avenida Costanera cuyo recorrido va a la par del rÃo Choqueyapu, las construcciones que iban desde muy humildes hasta elegantes casonas.
Las estaciones ofrecÃan diferentes servicios de gastronomÃa, aunque dentro de las cabinas está prohibido comer, beber o levantarse de los asientos. El trasbordo de la lÃnea amarilla a la verde y viceversa me pareció una escena muy pintoresca.
Volvimos a subir hasta la estación de Sopocachi, para entonces ya habÃa caÃdo la noche, y las luces de los motorizados delineaban las calles y avenidas de la ciudad, delatando lo enmarañado del panorama y la enorme cantidad de parque automotor que provoca las famosas "trancaderas".
La otra de las cosas que descubrÃ, es que muchas personas prefieren meterse en el celular y olvidarse del mundo a su alrededor, algunos ni siquiera se animan a saludar o a cruzar la mirada con los extraños.
En ambos casos me parece que las situaciones de la vida a veces se nos hacen tan cotidianas que perdemos nuestra capacidad de asombro, no nos sentimos con el ánimo de contemplar el mundo a nuestro alrededor, ver lo maravilloso que es y agradecer a Dios por estar vivos, de ver que existen otras personas, con rostros tan distintos y regalar una sonrisa, de disfrutar y ser felices con lo poco o mucho que poseemos, pero sobre todo de experimentar una grata sensación porque existen eminencias que nos ofrecen prodigios destinados a facilitarnos la vida, quienes realmente creen que el cielo es el lÃmite.
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