Destitución de Dilma Rousseff: legal y farsa

Lo ocurrido en el Senado del Brasil debe mover a la reflexión, porque designa una meditación comparativa y examinante contrapuesta a la percepción sencilla o a los juicios primeros y espontáneos sobre un suceso; precisamente para que este evento escenificado por intereses personales dirigidos por el poder del capital no suceda en nuestro país. Brasil es el país más desarrollado de Sudamérica y un socio determinante para Bolivia.

Naturalmente fue un día muy aciago para la democracia porque los pueblos eligen a sus representantes para que actúen en el marco de los preceptos de la propia democracia que prescribe desde los tiempos de los eruditos griegos e inventores de la democracia, que se debe gestionar siempre en función a los intereses del pueblo, solo del pueblo, que es el precepto fundamental e inderogable para gobernar, legislar y aplicar la justicia equitativa y correctamente. Ayer se consumó una acción premeditada y urdida para despojar del poder a una mandataria sin que exista la base legal para justificar una destitución.

En resumen, procesalmente, se reitera, fue un proceso sin macula, que desvela claramente la intencionalidad del mismo, pues el cuidado introducido para no equivocarse era indisimuladamente flagrante. Buscaban la destitución de una persona entregada a las políticas sociales de inclusión de amplio espectro y no la aclaración de los presuntos delitos administrativos.

¿Por qué una farsa?, porque en ningún momento los senadores interesados pudieron demostrar con fundamentos irrefragables e inapelables los delitos administrativos que pretendieron imputar injustamente a la mandataria Rousseff, como exige su constitución.

El proceso de impeachment o destitución está contemplado exclusivamente para los delitos o crímenes (como los designan en Brasil) administrativos específicos y por esa causa no se juzgó a la señora Dilma Rousseff.

Lamentablemente las componendas congresales desvirtúan la democracia, aspecto en cual se ha avanzado significativamente en nuestro país para evitarlas; ahora, con la asunción de un presidente inexperto, no estadista, surge la necesaria equiparación con la presidenta destituida: ella con formación política extraordinaria, forjada en cárceles y torturas en defensa de la democracia, comprendió plenamente que, como se citaba líneas arriba, la principal preocupación de un mandatario para estos tiempos es lo social y la libertad, la integración de los olvidados y desposeídos y la equidad en la distribución de la riqueza.¡ Como ignorar a la base social de todos los pueblos, que es la riqueza en la diversidad sociológica de los mismos!

El presidente actual ya prometió una serie de privatizaciones y acciones para frenar la inclusión de los más necesitados al programa de amplia socialización iniciado por el ex presidente Lula y continuado con vehemencia por esta extraordinaria mujer, consumada estadista, dotada de sensibilidad social para aplicarla a su pueblo como lo hacía, antes de este golpe congresal.

Es Abogado Corporativo, Posgrado en Arbitraje y Conciliación, Educación Superior e Interculturalidad, Docente universitario.