«La violencia, en general, es una moción procedente de un principio extrÃnseco contra la inclinación del que la sufre (v. gr., para una piedra es violento arrojarla hacia arriba contra su inclinación hacia el centro de gravedad). Aplicada a un ser inteligente y libre, se llama "coacción", y puede definirse "la fuerza fÃsica o moral ejercida sobre una persona para obligarla a alguna cosa contra su voluntad".» (TeologÃa moral, I, Royo MarÃn).
Y siempre hemos de saber distinguir con exactitud las diversas formas de violencia que existen en el mundo actual: la violencia total elimina fÃsicamente al otro mediante su muerte No le priva de algo, sino de toda su existencia. La violencia parcial aunque no elimina al otro fÃsicamente le priva, eso sÃ, de aquello que pueda serle importante.
Desde el punto de vista estructural podemos distinguir asimismo entre violencia: patológica y criminal. La violencia patológica es el hecho indiscutible de una agresividad en el comportamiento que hace difÃciles y tensas las relaciones de las personas en el ámbito familiar, profesional, social, polÃtico e incluso religioso.
Una agresividad acumulada que tiende a explotar en formas de agresividad camufladas como son, por ejemplo, la delincuencia juvenil y el terrorismo. La violencia juvenil es sin lugar a dudas un tema muy preocupante, y está llegando a niveles intolerables, como se advierte en el erotismo precoz, el alcohol, las drogas.
La violencia criminal, es la que siempre ha existido desde CaÃn.
Pero el más grave pecado del mundo moderno desde el punto de vista de la violencia institucional es el haber creado en el ámbito capitalista y marxista un sistema de vida en que lo único que interesa de verdad es tener y no ser.
La violencia represiva es la que generan aquellos que están instalados en el poder, -grupos de presión-, tanto en las sociedades liberales como marxistas, que buscan con frecuencia defender, incluso violentamente sus posiciones. No hay que olvidar que los grupos de presión y sobre todo los gobiernos tienen en sus manos armas muy efectivas para reprimir.
Dijo San AgustÃn «paz es tranquilidad del orden». La paz y la violencia no pueden habitar juntas, donde hay violencia no puede estar Dios (cf. 1Cro 22, 8-9), «que la violencia es un mal, que la violencia es inaceptable como solución de los problemas, que la violencia es indigna del hombre. La violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad. La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano» (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 496).
«Porque del corazón salen pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. He aquà lo que mancha al hombre» (Mt 15, 19-20).
«Lo que procede del hombre, eso es lo que mancha al hombre. Porque es de adentro, del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, hurtos, homicidios, adulterios, codicias, perversiones, dolo, deshonestidad, envidia, blasfemia, soberbia, insensatez. Todas estas cosas malas proceden de dentro y manchan al hombre» (Mc 7, 14-23).
Toda esta despreciable basura humana, es herencia del corazón, no culpemos sólo al ambiente, a la sociedad, a los medios de comunicación social, de la existencia y el dominio de los repugnantes vicios denunciados.
El hombre tiene que arrancar la raÃz última de la conciencia atomizada de la esquizofrenia personal y comunitaria que aflige a nuestra sociedad, tiene que resanar su corazón, y el camino para el resanamiento es la potencia de Dios, puesta en el corazón del hombre.
german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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