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Antecedentes.- La aglomeración tanto de turistas extranjeros de varias nacionalidades como dispersos visitantes de ciudades de nuestro paÃs, hace que en la actualidad y en especial en época de vacaciones se reduzca en casi una hora y media el paseo a las salas y salones de exposición de todo el inconmensurable bagaje de tesoro patrimonial artÃstico expuesto en esos ambientes, cuyas paredes guardan la maravillosa historia de la "Era de la Plata", época en que retrotrae para el culto visitante al mismo tiempo oscuras, y brillantes a la vez, tramas fantasmales que se mueven y permanecen sin ser vistas, cual si fueran toda una magia entrelazada hacia el pasado, reflejada en el presente, sin que hubiera transcurrido el tiempo cual metáforas guardando destellos de la memoria.
Todo surge dentro de sÃ, sólo riqueza, cuyos muros, testigos y a la vez eternos guardianes, como en silenciosos instantes explican con un suave zumbido al oÃdo que PotosÃ, su Cerro Rico, cuya Casa de la Moneda, acuñó después de transcurrida la edad media (siglo V al siglo XV), las primeras monedas de plata que circularon por casi todo el mundo cual si fuera el dólar de la actualidad en la aquella época, inclusive con más valor monetario.
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El amable y cuidadoso relato en este caso, de la guÃa turÃstica, desempolvando muchÃsimas interrogantes y a la vez clarificando admirablemente el triste contenido que encierra el pasado antes de la República; es decir, en la época de la colonia, que perduró casi o más de tres siglos, ignominiosa explotación a favor del chapetón.
Reminiscencias.- Si habláramos y recordáramos tintes históricos de épocas pasadas, si afirmarÃamos que fueron mejores, hoy sólo son maravillosos recuerdos, como cuando conocà por primera vez la Casa de la Moneda, habÃa cumplido 12 años y en compañÃa de mi madre y hermano menor que sólo tenÃa 10 añitos; mi padre trabajaba en el ingenio como subgerente y estuvimos alojados en la casa de huéspedes en Pailaviri. Es como se recordara un hermoso y placentero sueño, agarrados de ambos lados y de las sublimes manos de mi madre.
De niños a esta edad, conocerán la Casa de la Moneda (nos dijo con tono cariñoso) y nos llevó temprano, 09:30 de la mañana, sólo un guÃa de avanzada edad, personaje de esa época, conocedor e intérprete intelectual que guardaba ese inmenso y memorable recinto: Junto a nosotros se habÃa reunido una veintena de personas, dos niños, una señora y los demás eran jóvenes estudiantes universitarios, ávidos de conocer lo que guarda esa inmensa fortaleza de otrora y convertida (quien dirÃa), en una maravillosa y atrayente muestra mÃtica del reluciente pasado colonial, en celosa y franca custodia, guardando a la vez multitud de riqueza artÃstico-cultural, conteniendo retratos de retablos, pinturas, cuadros, muebles de esa época, herramientas, muestrarios de mineral, acuñadoras con ruedos que se unen entre sÃ, formando maquinarias cual si fueran a hacer funcionar gigantescos relojes pero jalados por acémilas; el lugar intacto de fundición de la Plata y las cajas fuertes con diez chapas para transportar la Plata allende los mares; es decir, atrayentes y curiosos pasadizos semi-oscuros, muestra clara de ambientes de salvaje esclavitud, explotación y poderÃo infernal de aquella época, sólo queda mustio, callado, perplejo, asustado el casual visitante, (grupo de turistas), apretujándonos los tres, yo, mi madre y mi hermano, las crispadas y frÃas manos. Todo queda en la retina, nada se puede olvidarÂ?, son recuerdos imperecederos.
Por otra parte, no habÃa hora de salida, visitamos casi toda la casa que por dentro en su entorno contiene tres pisos con innumerables salas y salones de exposición de innumerable riqueza cultural e intrÃnseco valor monetario, adheridos en su generalidad en muros con ventanales convencionales enrejados y portones decorados con una serie de eclécticos adornos metálicos de aquella época que a simple vista del visitante denotan lo infranqueable de dicho edificio y por otra parte habÃa sido diseñado o construido en su totalidad por arquitectos españoles y mano de obra indÃgena con predominio en el arte barroco-mestizo, utilizando toneladas de piedra bolón mezclado con abundantes argamasa.
Final .- La ilustración mediante gráficos del presente artÃculo, son una muestra palpable y virtual, sólo de una parte de la riqueza patrimonial que guarda cuidadosamente la Villa Imperial, testigo de la opulencia del pasado, para apreciar en el presente, fluyendo muchas interrogantes, preguntas sin respuestas que se esfuman en instantes bajo esos muros, testigos mudos de una historia colosal, ensombrecida y repleta de sinsabores y amargura entristecida, por la realidad del pasado, preguntas que seguimos haciéndonos, grabadas y retenidas en la mente y difundidas, con cierta naturalidad de las costumbres heredadas desde la antigüedad, de que ya no abunda la plata, y haciendo mención de que cuando no tenemos dinero, mencionamos no tengo plata, dichos y cosas heredadas del pasado.
Fuente: LA PATRIA