La irracionalidad del subempleo

Gran parte de la población de Bolivia vive una situación muy precaria económicamente debido a la calidad del empleo que posee, que es muy frágil y depende de las circunstancias cambiantes del mercado. Cientos de miles de profesionales se encuentran prácticamente en la marginalidad, la que está seriamente marcada por la informalidad.

A partir de las estadísticas falseadas del Gobierno nacional, desde el 2005 hasta el 2015 el desempleo se redujo del 8.1 al 3.2%, sin hacer distinción entre empleo pleno y subempleo, cuando las condiciones laborales para la gran mayoría de la población económicamente activa son terminantemente regresivas. Otros profesionales y los que no lo son se autoexplotan trabajando en dos y hasta tres empleos por 12 y hasta 16 horas al día para poder solventar su nivel de vida el que ya resulta sumamente artificial, en otros casos se van endeudando progresivamente.

Un empleo pleno y digno debe reunir las siguientes condiciones:

1. Estabilidad laboral.

3. Los sábados y domingos deben estar dedicados al descanso, actividades culturales y deportivas.

4. Dotación de suficientes instrumentos informáticos y comunicacionales para un eficiente desempeño y que no existan horas muertas.

5. En el caso de horario continuo debe existir un refrigerio a mediodía por cuenta del empleador.

6. Beneficios sociales.

De acuerdo al análisis del Cedla (Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario): "El desempleo disminuyó, pero a costa del crecimiento del subempleo". El actual gobierno no ha creado empleos industriales. Los escasos son en sectores con poco uso de mano de obra calificada. A esto se suma la crisis internacional que ha reducido la demanda de productos bolivianos. Además, el demagógico doble aguinaldo, de carácter netamente prebendal y cuyos beneficiarios constituyen solamente el 20% de la fuerza laboral, incrementa sustancialmente el precio de las mercancías y por ende el costo de vida.

Sin embargo, cooperativistas, cocaleros e intermediarios comerciales lucran a costa del excedente productivo. Los trabajadores informales, muchos con un altísimo nivel educativo, no cuentan con contratos a largo plazo ni poseen beneficios ante la degeneración de la figura de las consultorías (seguro médico, aportes a AFP´s o remuneraciones extras como aguinaldos o liquidaciones).

Según el Cedla "Las empresas ya no contratan personal nuevo, optando por consultorías que restringen beneficios y obligan a pagar impuestos arbitrarios". El Instituto Nacional de Estadística (INE) desprecia muchas variables económicas y la población mayoritaria solamente trabaja para comer. Estar ocupado dos meses al año ya es tener empleo y los muestreos estadísticos son ridículos porque privilegian como indicador el poseer medios electrónicos, algo infaltable en este tiempo.

El trabajo a destajo se ha convertido en la forma preferida de contratación de los empresarios privados, los que se manejan en condiciones de subsistencia debido a las deficientes políticas económicas neoliberales. Y el Estado populista no se abastece para emplear a sus simpatizantes masistas. El régimen de los movimientos sociales se ha aplazado por completo, ya que en vez de incluir excluye al crear enormes diferencias en el ingreso de los habitantes del país. Al final, la desesperación de mucha gente llevará a situaciones de conflicto sostenible, las que los gobernantes no podrán resolver debido a su soberbia innata.