La mansedumbre es la virtud que tiene por objeto moderar la ira según la recta razón. La materia propia de esa virtud es la pasión de la ira, que rectifica y modera de tal forma que no se levante sino cuando sea necesario y en la medida en que lo sea.
Cada vez tiene menos importancia la recomendación de Cristo, porque aumenta desaforadamente la agresividad y el egocentrismo en nuestra sociedad.
Todo es violencia, apenas hay paz, ni en la intimidad de nuestros hogares, de ahà el valor de la invitación de Jesús a ser mansos.
Algunos podrÃan decir que Jesús invita a ser vÃctima de la malicia de los demás, a dejarse tomar el pelo en toda ocasión, a ser estimado por su no violencia, no es asÃ, ya que la mansedumbre es una virtud muy positiva y muy difÃcil de alcanzar.
La mansedumbre de Jesús supone el dominio de todas nuestras desatadas pasiones. El equilibrio nervioso en ocasiones difÃciles, la contestación amable a un insulto, el servicio a quien se nos ha mostrado enemigo, el perdón sincero a quien nos hizo algún mal, el deseo de felicidad para nuestros enemigos. Asà se comportó Jesús, quien pidió perdón a favor de sus propios verdugos.
Son varias las ocasiones en las que Cristo demuestra el valor y la práctica de la mansedumbre. "Con sus Apóstoles les sufre sus mil impertinencias, su ignorancia, su egoÃsmo, su incomprensión. Les defiende de las acusaciones de los fariseos, pero les reprende cuando tratan de apartarle los niños o cuando piden fuego del Cielo para castigar a un pueblo. Aconsejó Jesús la mansedumbre para con todos, perdonar hasta setenta veces siete (es decir, siempre), ser sencillos como palomas, corderos en medio de lobos, devolver bien por mal, ofrecer la otra mejillaÂ?
A las turbas les habla con gran dulzura y serenidad. Nada de voces intempestivas, de gritos descompasados, de amenazas furibundasÂ? Con los pecadores extrema hasta lo increÃble su dulzura y mansedumbre: perdona en el acto a Magdalena, a la adúltera, a Zaqueo, a Mateo el publicano; a fuerza de bondad y delicadeza, convierte a la samaritana como Buen Pastor" (Cf. Antonio Royo MarÃn, O.P., TeologÃa de la perfección cristiana).
Mansedumbre de Jesús para con sus discÃpulos traidores, sobre todo Judas, en cuanto que ha de sentir mayor repugnancia porque su entrega a los enemigos la realiza uno de los Doce de entre todos los hombres que habÃa elegido por discÃpulos predilectos. Ni le detiene a la fuerza, ni le castiga fÃsicamente cuando sale ya del Cenáculo para delatarlo indicando el lugar donde le van a hallar, y cuando llega el fatÃdico momento de la entrega a sus adversarios, sólo le recuerda su traición de un modo suave, indicándole la felonÃa de condenar a su protector usando la señal del cariño que es el beso.
Hay muchos otros episodios impresionantes que revelan la gran mansedumbre de Jesús.
"Nótese sin embargo, que a veces se impone la ira, y renunciar a ella en estos casos serÃa faltar a la justicia o a la caridad. El mismo Cristo, arrojó con el látigo a los profanadores del Templo (Juan 2, 15) y lanzó terribles invectivas contra el orgullo y mala fe de los fariseos (Mateo 23, 13ss). La misma mansedumbre enseña a usar rectamente de la pasión de la ira en los casos necesarios y de la manera que sea conveniente según el dictamen de la razón iluminada por la fe" (IbÃd. Royo MarÃn).
Es muy profunda la lección aunque sean las palabras poco para revelarnos toda su dimensión: "Aprended de Mà a ser mansos".
(*) german_mazuelo_leyton@yahoo.com
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