Domingo 21 de agosto de 2016
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Primero fue Brasil, que pidió una certificación de las reservas de gas natural de Bolivia antes de negociar una ampliación del contrato de compra-venta que fenece en 2019. El gobierno de Michel Temer quiere saber si Bolivia tiene el gas que se propone vender.
Y ahora Argentina, el otro comprador del gas boliviano, que quiere pruebas de que existe el gas en Bolivia y, a propósito de la propaganda sobre la venta de electricidad también, quiere saber si en eso habrá algo de seriedad.
Estas humillaciones, dichas con palabras directas por autoridades de los paÃses vecinos, son la única reacción a la machacona propaganda interna sobre la "potencia energética" de Sudamérica, que se repite a pesar de las noticias sobre el desastre gasÃfero.
El mal humor del vicepresidente con las empresas nacionales de servicios petroleros, en el Congreso de la Cámara de Hidrocarburos, amenazándolas con reemplazarlas con empresas extranjeras, muestra que el gobierno está desesperado por la realidad del gas. Pero no sabe cómo manejar la situación.
Cuando se esperaba la entrada en producción del campo Incahuasi, descubierto en 2004, los trabajadores lo ocupan por la fuerza exigiendo el pago de sus salarios. Y circula la versión de que la empresa francesa Total ha sido excluida del manejo del campo, porque no estarÃa de acuerdo con someterlo a un ritmo acelerado de explotación, como quisiera el gobierno.