Uno de los problemas básicos radica en esta última sentencia, de los cuales, ambos: padres e hijos son culpables. Los padres que bajan muy rápidamente los brazos ante la arremetida de los hijos para conseguir dÃa a dÃa más libertad sin estar preparados convenientemente. Este proceso genera un libertinaje que es una puerta muy accesible a las drogas y otros vicios que, ante una estructura tan endeble se fijan las adicciones y las tendencias a ellas, concluyendo como resultado final que se producen más adicciones que tendencias.
Si este resultado se presentara estadÃsticamente invertido porcentualmente, las tendencias se podrÃan reprimir y eliminar, obteniendo la salvación de un ser humano.
Es el factor de identidad de los jóvenes y de los padres que se debe fortalecer y cuanto antes mejor debido a que la brecha entre la identidad de ser jóvenes y transformarse en padres, hoy, es muy corta. Consecuentemente el tiempo que disponen los jóvenes de formarse y educarse y ser aptos para afrontar la peligrosidad de la vida en sÃ, es dramáticamente estrecho.
Incontenible es este proceso pero encausable, si ambos protagonistas desarrollan su rol sin desmayos, en forma militante y con base en la autocrÃtica, elementos que conducen a un estado continuo de responsabilidad de roles. Lo fundamental es la contante vigencia del sentido de la vigilancia al nivel de progreso de las actitudes respecto al rol, aunque la división estricta es claramente imposible porque mientras se desempeña el rol de hijos y se transforman en padres aquel no desaparece, salvo la circunstancia de haber perdido a los progenitores. Asà de esta forma incontrastable y responsabilizados por roles, cuanto más comprendan su problemática mejor los desempeñarán, sin soslayar la dificultad que implica su desarrollo y asimilación.
Aproximadamente 65 millones de norteamericanos que consumieron drogas ilÃcitas en su juventud, rechazan estas sustancias cuando son adultos, hoy en dÃa cerca al millón de personas en EE.UU., son adictas a la heroÃna y el fenómeno se invierte pues son los adultos los que sustentan esta cifra, 10.8 millones de norteamericanos fuman marihuana y el número de adolescentes y adultos adictos se incrementa dÃa a dÃa. Estas cifras merecen una reflexión muy profunda para reconocer el valor de la educación y de la formación asà como el desempeño exitoso de los roles de vida, para no engrosar estas cifras macabras. Las causas de la drogadicción parecen en las frÃas más imprevisibles y su inobservancia por parte de los padres posibilita un tránsito rápido enfrentar la realidad de su negligencia.
En miles de hogares, en los cuales no se presentan las caracterÃsticas ideales en el cumplimiento del rol de padres que asumen voluntariamente y una vez consumado el estado genera responsabilidades inexcusables, de cuyo seguimiento y atención pende la orientación de los hijos. Que cuando no se sienten amados ni debidamente considerados montan cualquier argucia para llamar la atención de sus progenitores, concediendo la relatividad de elección en la dirección a cuál de los padres va dirigido el mensaje.
Al consumo del alcohol de engancha fácilmente el cigarrillo, hasta que deja de producir el efecto deseado....... "en casa se toleraba fumar y beber y no significaba nada especial". Ante tal situación donde no se introdujo el diálogo sobre los alcances perniciosos del alcohol y del cigarrillo, nomás casual que los jóvenes busquen algo más motivante, provocativo y cautivador que, por fin, llame la atención de los padres. Y, a la vuelta de la esquina se produce el fatÃdico encuentro donde el joven experimenta su primera inhalación. Esta vivencia le abre las puertas a las mafias de las calles, que cuidadosamente de ocupan de proveer la substancia a incautos e inexpertos principiantes, y como el soporte emocional de los padres no llega se inicia el consumo de la droga en ocasiones cada vez más frecuentes actuando ante los padres con normalidad pasmosa, hasta que impensadamente se llega a una virtual adicción y que se enraÃza en los jóvenes como contenido de vida.
Por ello se debe evitar la ausencia de diálogo en los hogares y la comunicación sostenida y la persuasión deberÃan ser factores de esclarecimiento constante en las edades crÃticas de los jóvenes.
Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo T.
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