La primera economÃa mundial no ha estado exenta de los efectos negativos de la globalización, que ha provocado que como en otras economÃas avanzadas puestos de trabajo e industrias se desplacen a otros paÃses en busca de menores costes y mayor competitividad.
Una de las regiones donde se han sufrido más de cerca las consecuencias de la desindustrialización y deslocalización es Detroit (Michigan), epicentro de la industria automotriz estadounidense y hasta hace poco uno de los focos manufactureros del paÃs.
La postura de Clinton en esta materia es controvertida, ya que ha pasado de afirmar que el TPP serÃa el "estándar global" de los pactos comerciales cuando era secretaria de Estado de EE.UU., a oponerse frontalmente al acuerdo, y algunos legisladores han insinuado que podrÃa matizar su postura de llegar a la Casa Blanca.
Como causa de este cambio está la lucha por los votos del electorado blanco de clase trabajadora, que ha visto cómo los sólidos trabajos en el sector industrial bien remunerados de antaño han ido desapareciendo y siendo sustituidos por empleos de menor calidad.
De este modo, la polÃtica comercial en EE.UU., paradójicamente teñida ahora de proteccionismo en el referente del capitalismo y el libre mercado, se ha convertido en uno de los ejes de la campaña electoral y ha provocado insospechados compañeros de bando en Clinton y Trump.
Aislado queda el actual presidente estadounidense, el demócrata Barack Obama, impulsor de un tratado que busca agrupar al 40% de la economÃa global y mantener la influencia en el PacÃfico de EE.UU., ya que China no forma parte del acuerdo.
Para el mandatario, las "fuerzas de la globalización y la tecnologÃa no siempre han beneficiado a todos de manera igual. Hay miedos y ansiedades de que la gente se pueda quedar atrás. Estas ansiedades son legÃtimas. No pueden ser ignoradas".
El TPP aún debe ser ratificado por los parlamentos de los paÃses que lo han sellado, y Obama ha expresado su optimismo en que tras las elecciones de noviembre y antes de que deje la Casa Blanca, al inicio de 2017, el Congreso estadounidense pueda aprobarlo.
"Con suerte, una vez que las elecciones hayan culminado y la cosa se calme habrá más atención a los hechos reales tras el acuerdo y no será utilizado como sÃmbolo o una pelota polÃtica", afirmó.
Fuente: Por: Alfonso Fernández Washington, 13 (EFE).-
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