El problema de la drogadicción es mundial por lo que las medidas que se adopten por la variedad geográfica y considerando la diferenciación idiosincrásica nunca serán eficaces ni alcanzarán los resultados de aplicación universal que se aspiran. La drogadicción es una enfermedad y no un vicio, a la cual se ingresa precisamente por nuestra imperfecta condición humana, sujeta a debilidades y fortalezas.
Por ello no debe estigmatizarse a los enfermos con la enfermedad de la droga y, si han llegado a ese extremo, independientemente de sus flaquezas humanas, tiene mucho que ver la gravitante presión que sufre la juventud ante la implacable organización y despiadado acoso de los comercializadores. La mayorÃa de los iniciados en la drogadicción son jóvenes en la etapa de formación, sin sus defensas consolidadas ni formación intelectual, factores que exponen su vulnerabilidad
Es una importante interrogante que despeja el horizonte para buscar la fortaleza en la propia naturaleza humana y espiritual, es allà donde se encuentra la fuente para erradicar definitivamente o reducir significativamente la adicción a porcentajes mÃnimos. Los jóvenes deben, desde muy temprana edad, comenzar a valorar las fortalezas que residen en el espÃritu que edifica una determinante voluntad y un crecimiento continuo del amor propio y la autoestima, vanguardias casi impenetrables para apartarse o abstraerse de algún vicio, incluidos el tabaco y el alcohol.
Los estereotipos que son una constante en las sociedades, son culpables directos del consumo de las drogas, pues su influencia es notoria en los seres humanos que se encuentran en estado de formación intelectual. Se debe imaginar solamente la influencia de la moda en todo el mundo y la presión que ejercen los hijos para que sus padres les compren tal o cual prenda, y que en muchos hogares no pudientes produce zozobra económica y no escasos momentos de enfrentamiento entre padres e hijos. Esto representa la satisfacción o no de un capricho o de una vanidad, pese a que la moda en su constante variación no le calza a todos y se adquiere por una valoración de status o inconfesable imitación.
La decisión humana de repeler el influjo de las drogas reside en sus propias fuerzas; no acudir a esa realidad serÃa admitir tácitamente que el exterminio en la humanidad es voluntario por la atracción irrefrenable al consumo de la drogas que crece incontrolablemente gracias a una red de comercialización con ramificaciones internacionales y es precisamente este relacionamiento foráneo que ha conducido a establecer, sin duda, que el tráfico de drogas es el negocio deshonesto más lucrativo de la humanidad. Hoy no hay lugar en el mundo donde no se vislumbre, a metros de distancia, la presencia silenciosa, influyente y perniciosa de las drogas.
(*) Abogado Corporativo, autor del libro "Adiós a las drogas".
Docente universitario
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