Hay ciertas reglas que regulan este problema de contaminación acústica, lo malo es que no hay autoridad que frene las infracciones, por ejemplo con conductores de vehÃculos, especialmente de servicio público que hacen abusivo uso de bocinas o vehÃculos que hacen propaganda móvil, incluyendo música estruendosa. Pasar por algunos negocios donde se hacen promociones es otro riesgo para los oÃdos y es perniciosa la aparición de bandas estudiantiles o folklóricas que contaminan seriamente el ambiente acústico de la ciudad en varios sectores.
Agentes municipales y efectivos policiales tendrÃan que estar en las calles, debidamente respaldados por normativas superiores para aplicar sanciones a todos los infractores. En el caso de bandas folklóricas o estudiantiles, la sanción recaerÃa en instituciones que no cumplan la rigurosidad de las disposiciones.
Hay que cuidar la salud de la población, en este caso disminuyendo la contaminación acústica y facilitando el tránsito peatonal, sin sufrir el atentado contra los órganos auditivos. Una campaña preliminar en coordinación con los medios de comunicación, permitirá advertir sobre las disposiciones en vigor y el incumplimiento de las mismas, de modo que cuando se incumpla, se admita el hecho y se pague una buena multa.
La población está molesta con la bulla ensordecedora que se produce en la ciudad. Anecdóticamente lo que escuchamos en plena plaza principal, fue el reclamo de una airada vecina, cuando a voz en cuello expresaba "bajen el volumen no escucho nada". La ciudadanÃa merece respeto, y por supuesto un cuidado especial de su salud, en este caso de su delicado sentido auditivo.
Fuente: LA PATRIA
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