Con justa razón, hay preocupación no solamente en el gobierno sino en el pueblo, por el casi seguro agotamiento de gas mientras no se realicen inversiones que, aunque a largo plazo, podrían determinar la existencia de gas en el territorio nacional que, según entendidos y profesionales del ramo petrolero aseguran, hay bastante por explotar.
Desde siempre, y mucho más en los últimos diez años, se ha sostenido la necesidad de buscar inversiones para encontrar nuevos campos de petróleo y gas. Se ha insistido en que las empresas capitalizadoras cuyos contratos han sido modificados simplemente con el añadido de algunas cláusulas favorables a Bolivia, realicen inversiones en prospección, exploración y explotación de nuevos campos; sin embargo, esas empresas, en diez años desde la "nacionalización" en mayo de 2006, lo único que han hecho es invertir para seguir exprimiendo gas a campos como Sábalo, Margarita y San Alberto; en otras palabras, no han cesado en su empeño de extraer todo el gas que contengan y la prueba es que los tres campos han declinado en los últimos años.
Atraer inversiones para labores de prospección, exploración y explotación de petróleo es urgente y necesario; hacerlo en el tiempo más perentorio porque hay que partir del principio de que cualquier inversión que se haga en el presente año o en el próximo tendrá resultados a largo tiempo que bien pueden calcularse en ocho o diez años; en otras palabras, las inversiones no dan resultados inmediatos.
Hemos perdido mucho tiempo tanto por el hecho de no haber creado condiciones para las inversiones como por las políticas disuasivas que ha mostrado el gobierno al hablar, casi permanentemente, de nacionalizaciones, estatizaciones, etc. que desalentaron grandemente a quienes en lo nacional e internacional han decidido no realizar negocios de inversión en Bolivia porque surgió en todos ellos la pregunta: ¿Para qué invertir, así sea a largo plazo, si se tiene, de entrada, una especie de Espada de Damocles con la posibilidad de estatizar o nacionalizar lo invertido?
Estamos pues ante la posibilidad de que en corto tiempo se terminen las reservas existentes que, además, no han sido cuantificadas en los últimos años y normalmente nos basamos en cuantificaciones que se hicieron hace mucho tiempo. Al respecto, habría que preguntar: ¿Qué se espera para convocar a entidades especializadas para que cuantifiquen las posibles existencias de petróleo y gas? ¿Se espera, tal vez, que se agote totalmente la actual producción y recién preocuparnos por saber cuánto tenemos y para cuánto tiempo?
El problema es grave y es el gobierno, conjuntamente YPFB, que debe preocuparse de darle la atención necesaria; de otro modo, pronto, muy pronto, enfrentaremos situaciones imposibles tanto para cubrir exportaciones como para el uso interno.
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