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Domingo 07 de agosto de 2016

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Revista Dominical

Nostalgias de agosto

07 ago 2016

Por: Márcia Batista Ramos - Escritora (mar_bara@yahoo.es)

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Hombres amasaban el barro y era día. Niños jugaban distraídos� Parecía que todo marchaba bien. Las palabras salían del corazón. Los equívocos, de antemano estaban perdonados. Después, los vientos de desilusión soplaron con furia. Trajeron dolores olvidados.

Las flores que sobrevivieron, estaban cubiertas por el polvo. Estaban opacadas. Tú no estabas, andabas desaparecido como tantos otros� Nuestro amor carcomido por el dolor.

Tardes amarillas plagadas de ausencias: son demasiados los desaparecidos. La justicia está amordazada, encadenada y oculta en un cuarto oscuro, en un lugar incierto y desconocido. Sólo es sacada a la luz para cumplir un trabajo forzado, como esclava de sus secuestradores. Es todo tan triste y faltan palabras�

Las cosa que no entendemos. Las rosas de Hiroshima: rotas, mutiladas.

Los juguetes perdidos entre una tarde de risas y una noche de olvido: la vida tomó un rumbo ignorado, inesperado y desagradable. El cinismo reina, además, se está expandiendo rápidamente en un planeta desconocido y nadie entiende cómo seres de otras galaxias lograron abducir a todos.

Hombres amasaban el barro y era noche. Seguramente, son los vientos de agosto los que traen las nostalgias a flote, por eso, tantos fantasmas visitan en las noches insomnes. Entran sin pedir permiso. No se hacen anunciar. Simplemente aparecen. Algunos cargados de nostalgias de los buenos tiempos. De los sueños rosados. Del tiempo de la esperanza. Llegan cargados de recuerdos de cuando parecía que todo iría por buen camino.

Llegan todos tan inesperadamente, como aquellos que se fueron de nosotros. Que los velamos en las noches más largas de nuestra vida y jamás volvimos a encontrar, salvo, en sueños. Hacia viento. Parecía agosto�

El amor no muere. Pero, el nuestro, sin aviso previo partió rumbo a la eternidad.

Las hojas viajan más lejos por las noches, cuando nadie las ve. Ellas bailan contentas en las alas del viento y gritan las verdades que no pueden hablar. Las palabras parecen susurros y crecen como ideas en las mentes de los encarcelados por conciencia, porque les subleva un asco invencible.

En las noches cuando llegan los fantasmas, muchos no se distinguen y se parecen con aquellos que perecieron marchando por un ideal que jamás llegó, que ellos no vieron los frutos, tampoco los que les sucedieron tuvieron algo bueno para cosechar. Noche oscura� El silencio ayuda a sobrevivir.

Hombres amasaban el barro y era otro día. La tecnología ocupando los espacios que otrora pertenecían al pensamiento. También los espacios que eran del corazón. Reír mirándose a los ojos. Cosas del pasado� El silencio no termina con la tecnología que acorta las distancias de las palabras, pero, no acerca los brazos y el calor de los abrazos hace falta. El silencio de la distancia duele. La gente se marchita.

Nuestro amor no espera por mensajes cibernéticos. Tampoco acepta compartir espacios en las redes sociales. Somos fósiles. Estamos atrapados en un extraño mundo distraído por imágenes y manipulaciones circunstanciales.

Abrumadora humanidad ahogada en mares de riquezas y penurias. El vil metal alejando a hermanos� El poder que rebasa la vida. El dolor creciendo a raudales. Se acumulan las verdades que no se pueden decir. La pena es tanta y sólo el silencio la comunica.

Las turbulentas aguas de la vida que alejaron lo más preciado: ¿para qué nombrar? Si todos guardan en el fondo del alma desconsolada el recuerdo de la madre, la patria, la hermana, la libertad� Tanto y tan poco. Casi nada.

Las cosas que no explicamos. Las rosas de Hiroshima: encarceladas, silenciadas.

El tiempo en la mazmorra que respira, desde lejos, el aire muerto de los recuerdos. Los campos ya fueron segados. Es tiempo de larga espera.

Con los años los dolores se vuelven crónicos. Es como tu ausencia que no tiene cura.

Hombres amasaban el barro y era otra noche. Algo pasó. Niños jugaban a escondidas. Las nostalgias arrinconadas se revoloteaban y alcanzaban a todo el que estaba despierto: duele el silencio; duele el olvido.

Los impúdicos han perdido la cuenta de la oscuridad. El nuevo orden establecido amarga la boca. La única esperanza es que el tiro salga por la culata. Eso presupone espera. Eso presupone tiempo. Mientras las nostalgias crecen como moho amarillento, que gotea como bilis de la boca amarga.

Las cosas que no sabemos. Las rosas de agosto: las rosas de Hiroshima, que vuelven siempre coloreando las nostalgias.

Para tus amigos: