El Litoral en el recuerdo del ojo boliviano

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Una de las injusticias más grandes para Bolivia, es que le hayan arrebatado su Litoral. Ahora en manos de Chile.

El 6 de Agosto de 1825 cuando se suscribió el Acta de la Independencia en la ciudad de Sucre, la República en ese entonces de Bolívar y luego Bolivia, nació a la vida libre e independiente con 154.393 kilómetros cuadrados de territorio costero, era el departamento del Litoral, colindante con Potosí y la República Argentina al Este, la República de Chile al Sur, al Norte con el Perú y al Oeste con el océano Pacífico.

Antofagasta hoy en día es una ciudad pujante, pero con mucho de Bolivia en su interior, como por ejemplo, el viejo puerto que aún está de pie, pese al paso del tiempo.

Muy próximo, edificios de la época que son evidencia viva, para decirle al mundo que ese pedazo de territorio tenía los colores rojo, amarillo y verde, Tricolor que fue salvada del edificio edil por la niña Genoveva Ríos del insulto chileno.

En la costa de Antofagasta, está un puerto moderno, una parte privatizada por el vecino país, y es por donde los bolivianos deben pasar su carga para llevarla o traerla de otros continentes. Se debe pagar un impuesto y otras regalías al mencionado lugar, situación que vulnera el Tratado de 1904.

Al margen de los vestigios vivientes, la fauna del lugar es atractiva a la vista del visitante, con leones marinos y focas que se acercan a la orilla para dar su saludo afectuoso en medio del ruido del mar, cuyas olas se alteran al chocar con la tierra.

Hacia el Noreste, se encuentra una ciudad muy parecida a las bolivianas, no podía ser de otra manera, porque ese territorio llevó el escudo enarbolado por Bolívar y que el 23 de marzo de 1879 fue escenario de la única batalla en territorio nacional.

Ese día, los chilenos llegaron a Calama y se encontraron con unos cuantos bolivianos que hicieron frente al embate desigual. Allí nació la figura de un héroe, Eduardo Avaroa, quien pronunció la célebre frase: "¿Rendirme yo? ¡Que se rinda su abuela c�?! Cerca de Calama la mina más grande de cobre y al otro extremo, el desierto de Atacama.

Allí permanece de pie la hacienda de Avaroa, próximo al río Topáter y más al Sur, ahora ya moderno, el puente del Topáter, donde se libró la batalla desigual.

Un día antes, otra porción del ejército chileno desembarcó en el puerto de Tocopilla, solo bastó pedir la rendición de los bolivianos, por ello se suscribió el documento, en la denominada Cárcel de Bolivia, una vivienda de piedra aún visible y próximo a las orillas del mar.

Tocopilla a la fecha es una de las ciudades más contaminadas del Norte chileno, por la producción de materia prima que se carga en sus puertos y debido a la brisa marina, sus residuos llegan hasta el centro de la ciudad. Está abandonada por sus autoridades, no de esa ciudad, sino de las políticas con sede en Santiago.

Más hacia el Norte, está otra ciudad maravillosa, pero donde escasea la vegetación, nos referimos a Mejillones. Según los chilenos, ese territorio siempre les perteneció y sólo se lo prestaron a Bolivia, cuando en los hechos y la historia lo dice, nació con este girón patrio.

Mejillones tiene su propio atractivo, muy al margen de su puerto, y está centrado en su gente, hospitalaria, tranquila y bondadosa. Sus calles tienen la fantasía de las historietas de Condorito. Una avenida íntegra con los personajes de ese cómic.

Finalmente, una de las ciudades y que en su tiempo fue capital del Litoral, hoy es simplemente un pueblo fantasma, abandonada y convertida de tiempo en tiempo como una caleta para los ocasionales pescadores que se instalan cerca para ingresar al mar y explotar uno de los productos más apetecidos por la culinaria chilena, como es el pulpo.

Para llegar a Cobija, se debe ir por la carretera hacia el Norte, pero se debe estar con los ojos muy abiertos, para encontrar un letrero que lleva ese rótulo: "Cobija", luego se debe desviar hacia el Oeste para seguir por un camino de tierra y más adelante lo triste y fantasmal, una ciudad en ruinas, donde ser vivo alguno es el ausente de la región.

Casas de 1879 y quizá un poco más antes, son el testimonio viviente. Unos años antes de la invasión chilena, Cobija sufrió las consecuencias devastadoras del terremoto que dejó desolado el lugar, es por eso que los chilenos casi ni la tomaron en cuenta al momento de apoderarse de territorio boliviano, porque la naturaleza se había encargado de hacer su trabajo, destruirla.

A la fecha está la historia escrita en las paredes, puertas, cruces y un diminuto puerto de Cobija, cuyo atractivo solo es la vista al mar y nada más.

Fuente: Por: Dehymar Antezana A. - Periodista - LA PATRIA