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Jueves 04 de agosto de 2016

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Ecológico Kiswara

EDITORIAL

Qué viva el fuego entonces

04 ago 2016

Fuente: LA PATRIA

Pese a todas las exhortaciones que se hacen a menudo contra la quema de pastizales, a modo de preparar la tierra para el cultivo, hay comunidades que continúan con esta nociva práctica.

Es un método fácil para preparar la tierra, pero en contraparte conlleva muchos problemas tanto para el suelo mismo como para el aire, inclusive para los humedales.

La quema indiscriminada de pastizales u otros elementos vegetales, como árboles, arbustos, pajonales y otros puede provocar un grave daño ambiental, porque puede salirse de control o a lo largo del tiempo acelera la erosión del suelo, asfixia los humedales llegando a provocar sequías y mata a los animales silvestres, tanto terrestres como acuáticos.

El desastre en el lago Poopó al parecer no fue suficiente para escarmentar a los comunarios que siguen practicando el denominado chaqueño, quema de totora en lagos aledaños como el Uru Uru, desoyendo las llamadas de atención de las autoridades.

Para ilustrar un poco más la terrible situación del Poopó, en días recientes se hizo un ritual para pedir perdón por el daño causado a este humedal que hoy por hoy más bien un salar. Desde el aire sólo se ve una gran extensión blanca marcando la zona donde antes se veía mucha agua.

Las comunidades que viven en las inmediaciones están sufriendo, muchos han decidido migrar y algunos pocos aguardan con fe que el espejo de agua crezca y el lago vuelva a ser lo que fue otrora, una fuente de vida y prosperidad.

Sin embargo, a no muchos kilómetros de allí se extiende otra masa de agua, cada vez más pequeña, la cual supone una esperanza de resurrección para el Poopó, se trata del lago Uru Uru, que en la actualidad soporta todo tipo de daño ambiental, ya que recibe aguas residuales que llegan desde la ciudad, aguas ácidas, salidas de las minas de San José, contaminación por la basura que vierten personas irresponsables, y ahora además la quema de totora, ¿y así esperamos que sobreviva?, más aún, ¿se supone que es la esperanza del Poopó?

Si lo que en realidad estamos buscando es destruir nuestros humedales, fuentes de vida y obviamente para la alimentación, entonces ¡que viva el fuego!

Fuente: LA PATRIA
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