Al observar profundamente una fotografía que habría sido tomada el 30 de abril de 1945 -el día en que Adolf Hitler se suicidó según postulados historiográficos-; noté de alguna manera la idiotez humana. Una ciudad en ruinas, paredes negreadas supongo por los materiales bélicos; y encima del Reichstag de Berlín soldados enarbolando una bandera comunista -soldados rusos según datos de la imagen-. Se trata de pensar en la escena; después de más de un quinquenio de guerra, al finalizar esa, unos tarambanas erigen una bandera que denota retroceder hacia los motivos de la batalla, tras disiparse el conflicto la nimiedad de un dogma.
Sesenta y cinco años aproximadamente después, la írrita situación económica -a pesar de la formidable coyuntura en precios de materias en las que Bolivia no es pobre, como el estaño, por dar un ejemplo-; demuestra que esa poquedad “de izquierda”, como la bandera antedicha enarbolada, o brazos izquierdos en el siglo XXI, no difieren mucho.
Pero fundamento mi anterior alusión al estaño: el año 2002 fluctuó en 1,83 dólares la libra fina, en el mercado internacional; en el primer semestre del año 2008 -en el gobierno “socialista comunitario”-, el precio internacional del estaño llegó a 11,565 dólares por libra fina, el menor fue de 7,235 el día 22 de enero de ese año -de acuerdo con los reportes del London Metal Exchange(Los Tiempos 02/07/2008)-. En abril de 2010 bordeó los 8 dólares por L.F., según reportes periodísticos. Conociendo eso, la situación económica del país hubiera tenido que ser susceptible de progresos grandes como los ascensos en precios internacionales del estaño, o la demanda y precio internacionales de hidrocarburos en el período 2006-2009.
Incluso hay espacio para la concatenación de situaciones históricas como la II Guerra Mundial y el estaño intrínseco en Bolivia. “Durante la II Guerra Mundial, al ser devastadas importantes regiones estañíferas en el sudeste asiático las fuentes de abastecimiento de este mineral de alta importancia estratégica, se redujeron a determinadas áreas lo que permitió a Bolivia excepcionalmente un aporte del 55% a la oferta mundial, teniéndose su contribución como definitiva y decisiva a la urgida industria bélica de los aliados” (1).
Pero hace como 65 años, al terminar esa “II Guerra Mundial”, sirviéndose de otras naciones, los “rojos” intentaban -o eso parecía- hacer ver al comunismo como el triunfador del pleito.
Es complicado y no simple como se ha trastornado para la “opinión pública”, el tema de la II Guerra Mundial, del nazismo, del judaísmo, del comunismo, del terrorismo. Quizá en ese suceso se halle uno de los orígenes de la apología “socialista”, quizá y no me extrañaría que la plebe, o las “mayorías” hayan asumido al socialismo como la directa antípoda del racismo o del prejuicio, como su “solución”. Tal no es cierto, no para quien ejerza la acción de razonar no ya con futilezas, no ya con prejuicios; el socialismo como el racismo infundado resultan meras taras para un mundo liberal; en el sentido insigne de esa palabra: libre de alguna manera -creo-.
Es fama lo de contaminación o calentamiento global; pero únicamente fama (parece); habiendo tratado el tema industrial, si es posible contaminar; no debe ser menos no hacerlo. Por qué no invertir dinero en tecnologías limpias, en vez de la insidiosa manera con la que suelen botarse cuantiosos recursos; ¿trescientos millones de dólares para un satélite? quince años de duración, basura en el espacio; ¿cumbre climática? show pobre; ¿bonos a niños para ir a la escuela? Fomento a la degeneración; ¿caro avión presidencial? no lo creo digno; en fin y otra vez, subdesarrollo económico, social, estatal, burocrático, personal: colectivismo.
(1) “Estrategia del Estaño”, Fernando Baptista Gumucio. Editorial Los Amigos del Libro, 1966.
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