Domingo 31 de julio de 2016
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Revista Dominical
Muchedumbres solitarias o solidarias
31 jul 2016
Fuente: Por: José Carlos García Fajardo
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"Estar en armonía con todas las cosas significa carecer de ansiedad acerca de nuestras imperfecciones", afirmaba el maestro zen Dogen. Nos parece una luz en este profundo malestar que recorre el mundo, como en el siglo XIX Marx afirmó que un fantasma recorría Europa, el comunismo.
Este malestar, malaise, se extiende exponencialmente en nuestro caso a través de los medios, sobre todo electrónicos. Ya nadie puede librarse de sus impactos al caminar por la calle, ir al cine, entrar en Google, abrir su correo electrónico. O ver a multitudes cada vez más solitarias con las que te cruzas cada día; hasta en nuestros sueños se abren camino y dejan sus trazas. Influyen en nuestro inconsciente más de lo que podamos imaginar, en costumbres, gestos, expresiones y hasta en ese hontanar de los silencios que arropan nuestros miedos. Jamás se hubiera imaginado David Riesman lo acertado de sus intuiciones cuando publicó, en 1950, "Las muchedumbres solitarias" (The loneley crowd) que, en cierto modo, no es ajeno a la irrupción de los jóvenes de los 60´ hartos de los dirigentes políticos, sociales, económicos, religiosos y frustrantes que padecían. Puesto que "Dios ha muerto", al igual que Darwin, Marx, Freud, y un largo etcétera, ellos, los jóvenes, tampoco "se encontraban demasiado bien". Les habían engañado con el mito de una Era de prosperidad, que no era otra cosa que utopías en busca de una Edad de oro que jamás había existido. Trabajo para todos, amor libre, educación, sanidad, comunicaciones sin fronteras, igualdad, libertad y justicia universal casi sin esfuerzo, trabajo ni compromisos sociales. Mientras, en dos espantosas guerras mundiales con decenas de millones de jóvenes muertos en campos de batalla que trataban de superar las descolonizaciones de inmensas tierras y la esclavitud de millones de seres en África, Latinoamérica, Oriente próximo y el Lejano de India, China y el sudeste asiático. Para sustituirlas por economías de casino, mano de obra miserable, creación de dependencia que ocasionó una "deuda eterna" imposible de pagar y que llevó a millones de seres a descubrir que no tenían que perder más que sus cadenas en una desesperanza manejados por dictadores, golpes militares, ejércitos privados, redes de explotación de sus riquezas naturales y de la mano de obra a la que calificaron de "recursos" necesarios para producir inmensos beneficios pues esa era la dinámica de los nuevos zares, de los déspotas y oligarcas ocultos detrás de cuentos con los que pretendían "acunarnos", adormecernos y utilizarnos como denunció con infinita tristeza León Felipe.
Fuente: Por: José Carlos García Fajardo