¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...
Segunda y última parte
Ania, sálvame una vez más, y ésta será la última: envÃame otros 30 (treinta) táleros. Me las arreglaré para que me sean suficientes. Seré muy ahorrativo. Si puedes conseguir enviarlos el domingo, aunque sea tarde, podré estar de vuelta el martes o, como muy tarde, el miércoles.
Ania, me postro ante ti y beso tus pies. Me doy cuenta de que tienes todo el derecho a despreciarme y a pensar: "Volverá a jugar". ¿Cómo voy a poder, entonces, jurarte que no lo haré cuando ya te he defraudado antes? Pero, ángel mÃo, ¡sé que morirÃas si vuelvo a perder! ¡Después de todo no estoy completamente loco! Bien, lo sé, si sucediera, serÃa también mi fin. No lo haré, no lo haré, no lo haré y ¡volveré directamente a casa! Créeme. ConfÃa en mà por última vez y no te arrepentirás. FÃjate lo que te digo: a partir de ahora, y por el resto de mi vida, trabajaré para ti y para Liubochka sin escatimar fuerzas ni salud y ¡conseguiré mi objetivo! Procuraré que no os falte de nada.
Leer más
Si no puedes enviarme el dinero el domingo, envÃamelo el lunes tan pronto como sea posible. En ese caso, estaré contigo la tarde del miércoles. No te preocupes si no puedes enviarlo el domingo y no pienses mucho en mÃ, eso serÃa demasiado y ¡yo no lo merezco!
Pero ¿qué puede pasarme? Soy resistente hasta la tosquedad. Más que eso: parece como si me hubiera regenerado moralmente por completo (lo afirmo ante ti y ante Dios), y si no hubiera sido por mi preocupación por ti durante los últimos tres dÃas, si no hubiera estado preocupándome a cada momento qué significarÃa esto para ti, ¡hasta habrÃa sido feliz! No tienes que pensar que estoy loco, Ania, ¡mi ángel guardián! Algo importante me ha sucedido: me he liberado a mà mismo de una abominable ilusión que me ha atormentado durante casi diez años. Durante diez años (o, para ser más precisos, desde la muerte de mi hermano, cuando de repente me encontré aplastado por las deudas), he soñado con ganar dinero. Soñaba con ello seriamente, con pasión. Pero ¡ahora se ha acabado! ¡Ã?sta ha sido la última vez! ¿Crees ahora, Ania, que mis manos están desatadas? Estaba atado por el juego, pero ahora me concentro en las cosas que valen la pena en lugar de pasarme noches enteras soñando con jugar, como solÃa hacer. Y asà mi obra será mejor y más provechosa, ¡con la bendición de Dios! Deja que me quede con tu corazón, Ania, no llegues a odiarme, no dejes de amarme. Ahora que me he convertido en un hombre nuevo, sigamos nuestro camino juntos y yo procuraré que seas feliz.
Y Liuyba, Liuyba, ¡oh, qué despreciablemente me he comportado! Pero sólo pienso en ti. ¡No puedo pensar en otra cosa más que en cómo te sentirás cuando leas esto! E incluso antes de que recibas esta carta, ¡cuánto te preocuparás cuando descubras que no he vuelto a casa y qué cosas te pasarán por la imaginación! ¿Te llevarán esta carta a tiempo? ¡Y si se pierde! Pero ¿cómo iba a perderse cuando te llegó el telegrama que te envié a la misma dirección? En todo caso, para asegurarme, también enviaré unas lÃneas dirigidas a la poste restante mañana y las remitiré durante el dÃa.
Sigo preguntándome: ¿recibiré carta de ti mañana o no? ¡Seguramente no! Me esperas mañana allÃ, asà que ¿para qué ibas a escribir?
Si no puedes enviarme el dinero el domingo, escrÃbeme una carta. SerÃa tan feliz de recibir aunque sólo fueran unas pocas lÃneas de tu mano, aunque me maldijeses en ellas. Si no puedes escribirme el domingo, lo primero que debes hacer el lunes es enviarme una carta junto con el dinero (es decir, si no me lo has enviado ya el domingo). En cualquier caso, tu carta me llegará antes que el dinero y me harÃa muy feliz tener noticias tuyas.
Ania, cuando pienso en cómo te sentirás cuando recibas esta carta, siento escalofrÃos. Es lo único que me hace sufrir. Porque por lo demás -el aburrimiento, la soledad y la incertidumbre- estoy seguro de que puedo soportarlo. ¡Me merezco algo peor! Intentaré mantenerme ocupado; en los tres próximos dÃas, redactaré dos cartas que tengo pendientes, ¡a Kátkov y a Máikov! Pero créeme, Ania, nuestra resurrección ha llegado; y cree, también, que ¡ahora conseguiré mi objetivo y te haré feliz! Os beso a las dos y os abrazo, ¡perdóname, Ania!
A partir de ahora, todo tuyo,
Fiódorov Dostoievski
P.D.: No iré a ver al sacerdote, en ningún caso, suceda lo que suceda. Es un testigo de fosas que tuvieron lugar hace mucho tiempo y ese tiempo se ha desvanecido. ¡Incluso verle me resultarÃa doloroso!
P.D.D.: Ania, mi alegrÃa eterna, mi única felicidad, no te preocupes, no te atormentes, ¡cuida de mÃ!
No te preocupes de esos malditos e insignificantes 180 táleros. Es verdad que esto nos deja sin dinero una vez más, pero no por mucho tiempo, de verdad, no por mucho tiempo (posiblemente Stellovski nos salvará). Para asegurarnos, debemos enfrentamos con la espantosa necesidad de empeñar cosas otra vez, ¡algo que para ti es tan odioso! Pero ésta es la última vez, ¡la última vez! Cuando vuelva a casa, ganaré dinero, ¡sé que lo haré!
¡Con que sólo pudiéramos regresar pronto a Rusia! Le escribiré a Kátkov y le imploraré que adelante la fecha de pago, y estoy seguro de que será receptivo.
En el nombre de Dios, no te preocupes por mà (ah, eres un ángel y, aun maldiciéndome, sentirás pena de mÃ), aunque sé que te preocuparás. Pero tienes que estar en paz: me regeneraré en los próximos tres dÃas y empezaré una nueva vida. ¡Oh, qué ansioso estoy de estar de vuelta contigo! Lo único que me asusta es pensar cómo te vas a tomar esta carta. Pero de una cosa puedes estar segura: de mi infinito amor por ti. Y de ahora en adelante nunca haré nada que te haga ser desdichada.
P.D.D.D.: Me acordaré de esto mientras viva y cada vez que piense en ello te bendeciré, ¡ángel mÃo! Que quede bien claro: ahora soy tuyo, todo tuyo, indivisiblemente tuyo. Mientras que, hasta ahora, una mitad de mà pertenecÃa a esa maldita ilusión.