Loading...
Invitado


Domingo 17 de julio de 2016

Portada Principal
Cultural El Duende

BARAJA DE TINTA

Fiódorov Dostoievski a Ania Grigorievna

17 jul 2016

¿Fotos en alta resolución?, cámbiate a Premium...

Segunda y última parte

Ania, sálvame una vez más, y ésta será la última: envíame otros 30 (treinta) táleros. Me las arreglaré para que me sean suficientes. Seré muy ahorrativo. Si puedes conseguir enviarlos el domingo, aunque sea tarde, podré estar de vuelta el martes o, como muy tarde, el miércoles.

Ania, me postro ante ti y beso tus pies. Me doy cuenta de que tienes todo el derecho a despreciarme y a pensar: "Volverá a jugar". ¿Cómo voy a poder, entonces, jurarte que no lo haré cuando ya te he defraudado antes? Pero, ángel mío, ¡sé que morirías si vuelvo a perder! ¡Después de todo no estoy completamente loco! Bien, lo sé, si sucediera, sería también mi fin. No lo haré, no lo haré, no lo haré y ¡volveré directamente a casa! Créeme. Confía en mí por última vez y no te arrepentirás. Fíjate lo que te digo: a partir de ahora, y por el resto de mi vida, trabajaré para ti y para Liubochka sin escatimar fuerzas ni salud y ¡conseguiré mi objetivo! Procuraré que no os falte de nada.

Si no puedes enviarme el dinero el domingo, envíamelo el lunes tan pronto como sea posible. En ese caso, estaré contigo la tarde del miércoles. No te preocupes si no puedes enviarlo el domingo y no pienses mucho en mí, eso sería demasiado y ¡yo no lo merezco!

Pero ¿qué puede pasarme? Soy resistente hasta la tosquedad. Más que eso: parece como si me hubiera regenerado moralmente por completo (lo afirmo ante ti y ante Dios), y si no hubiera sido por mi preocupación por ti durante los últimos tres días, si no hubiera estado preocupándome a cada momento qué significaría esto para ti, ¡hasta habría sido feliz! No tienes que pensar que estoy loco, Ania, ¡mi ángel guardián! Algo importante me ha sucedido: me he liberado a mí mismo de una abominable ilusión que me ha atormentado durante casi diez años. Durante diez años (o, para ser más precisos, desde la muerte de mi hermano, cuando de repente me encontré aplastado por las deudas), he soñado con ganar dinero. Soñaba con ello seriamente, con pasión. Pero ¡ahora se ha acabado! ¡�sta ha sido la última vez! ¿Crees ahora, Ania, que mis manos están desatadas? Estaba atado por el juego, pero ahora me concentro en las cosas que valen la pena en lugar de pasarme noches enteras soñando con jugar, como solía hacer. Y así mi obra será mejor y más provechosa, ¡con la bendición de Dios! Deja que me quede con tu corazón, Ania, no llegues a odiarme, no dejes de amarme. Ahora que me he convertido en un hombre nuevo, sigamos nuestro camino juntos y yo procuraré que seas feliz.

Y Liuyba, Liuyba, ¡oh, qué despreciablemente me he comportado! Pero sólo pienso en ti. ¡No puedo pensar en otra cosa más que en cómo te sentirás cuando leas esto! E incluso antes de que recibas esta carta, ¡cuánto te preocuparás cuando descubras que no he vuelto a casa y qué cosas te pasarán por la imaginación! ¿Te llevarán esta carta a tiempo? ¡Y si se pierde! Pero ¿cómo iba a perderse cuando te llegó el telegrama que te envié a la misma dirección? En todo caso, para asegurarme, también enviaré unas líneas dirigidas a la poste restante mañana y las remitiré durante el día.

Sigo preguntándome: ¿recibiré carta de ti mañana o no? ¡Seguramente no! Me esperas mañana allí, así que ¿para qué ibas a escribir?

Si no puedes enviarme el dinero el domingo, escríbeme una carta. Sería tan feliz de recibir aunque sólo fueran unas pocas líneas de tu mano, aunque me maldijeses en ellas. Si no puedes escribirme el domingo, lo primero que debes hacer el lunes es enviarme una carta junto con el dinero (es decir, si no me lo has enviado ya el domingo). En cualquier caso, tu carta me llegará antes que el dinero y me haría muy feliz tener noticias tuyas.

Ania, cuando pienso en cómo te sentirás cuando recibas esta carta, siento escalofríos. Es lo único que me hace sufrir. Porque por lo demás -el aburrimiento, la soledad y la incertidumbre- estoy seguro de que puedo soportarlo. ¡Me merezco algo peor! Intentaré mantenerme ocupado; en los tres próximos días, redactaré dos cartas que tengo pendientes, ¡a Kátkov y a Máikov! Pero créeme, Ania, nuestra resurrección ha llegado; y cree, también, que ¡ahora conseguiré mi objetivo y te haré feliz! Os beso a las dos y os abrazo, ¡perdóname, Ania!

A partir de ahora, todo tuyo,

Fiódorov Dostoievski

P.D.: No iré a ver al sacerdote, en ningún caso, suceda lo que suceda. Es un testigo de fosas que tuvieron lugar hace mucho tiempo y ese tiempo se ha desvanecido. ¡Incluso verle me resultaría doloroso!

P.D.D.: Ania, mi alegría eterna, mi única felicidad, no te preocupes, no te atormentes, ¡cuida de mí!

No te preocupes de esos malditos e insignificantes 180 táleros. Es verdad que esto nos deja sin dinero una vez más, pero no por mucho tiempo, de verdad, no por mucho tiempo (posiblemente Stellovski nos salvará). Para asegurarnos, debemos enfrentamos con la espantosa necesidad de empeñar cosas otra vez, ¡algo que para ti es tan odioso! Pero ésta es la última vez, ¡la última vez! Cuando vuelva a casa, ganaré dinero, ¡sé que lo haré!

¡Con que sólo pudiéramos regresar pronto a Rusia! Le escribiré a Kátkov y le imploraré que adelante la fecha de pago, y estoy seguro de que será receptivo.

En el nombre de Dios, no te preocupes por mí (ah, eres un ángel y, aun maldiciéndome, sentirás pena de mí), aunque sé que te preocuparás. Pero tienes que estar en paz: me regeneraré en los próximos tres días y empezaré una nueva vida. ¡Oh, qué ansioso estoy de estar de vuelta contigo! Lo único que me asusta es pensar cómo te vas a tomar esta carta. Pero de una cosa puedes estar segura: de mi infinito amor por ti. Y de ahora en adelante nunca haré nada que te haga ser desdichada.

P.D.D.D.: Me acordaré de esto mientras viva y cada vez que piense en ello te bendeciré, ¡ángel mío! Que quede bien claro: ahora soy tuyo, todo tuyo, indivisiblemente tuyo. Mientras que, hasta ahora, una mitad de mí pertenecía a esa maldita ilusión.

Para tus amigos: